DOMINGO IV DE PASCUA, CICLO C
CREER IMPLICA CONFIAR EN OTRO.
Bernabé es fundamental para comprender la evangelización que parte de la
resurrección de Jesús y llega hasta nosotros por medio de otro tanto Bernabé
como: nuestros padres, maestros, formadores, consejeros, catequistas que nos
llevaron a Jesús, en la Iglesia. Su nombre de origen era José pero los discípulos
lo llamaron Bernabé “hombre para reconfortar”, un nombre emparentado con
Dios, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo que nos consuela para poder
nosotros consolar (2cor 1, 1-11) Reconfortar y consolar son todo un programa
de evangelización. Bernabé, evangelista de Pablo, era judío levita, de buena
solvencia económica por sus posesiones de tierras; de hecho había entregado lo
recibido por una venta que puso en manos de su comunidad cristiana en
Jerusalén; a lo mejor por esto fue que lo llamaron, “hombre para reconfortar y
consolar” comunidades. Bernabé fue quien apadrinó en todo a Pablo. Ambos
andaban por Turquía probablemente con el evangelista Marcos. Cuando llegó a
Jerusalén quiso juntarse con los discípulos pero todos tenían temores y recelos
contra él pues creían que no era en verdad discípulo. Fue necesario que su
catequista Bernabé lo presentara a los apóstoles contándoles como Saulo había
visto al Señor en el camino y cómo Jesús le había hablado; además les recordó
su predicación en Damasco acerca de la muerte y resurrección de Jesús. Pablo
siempre se preocupó desde el primer momento por sus hermanos judíos en las
sinagogas, entre otras cosas, porque le parecía fácil que un judío que leyera las
escrituras se encontrara con Jesús y convirtiera al cristianismo. Según pablo esa
era la consigna de Jesús: “no cojan por el camino de los paganos, vaya a las
ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 10,5). Pablo comprendió que el rechazo
de los judíos no podía retar la evangelización a los paganos, siguió a Grecia y
España hasta llegar a nosotros.
EL FUTURO DE NUESTROS SUFRIMIENTOS
Al evangelista Juan se le apareció el resucitado en medio de la persecución a la
comunidad cristiana, en una liturgia “Yo juan vi una multitud grande que estaba
de pie, resucitada, delante del trono del cordero (Jesucristo resucitado), iban
vestidos con túnicas blancas; signo de la resurrección, y llevaban palmas en las
manos para anunciar que el resucitado estaba presente y victorioso” “donde
estén dos o más en mi nombre allí estaré yo hasta el final del mundo” “Ya no
sufrirán hambre ni sed, no los quemará el sol ni los agobiará el calor porque el
Cordero resucitado que está en el trono, será su pastor y los conducirá a las
fuentes del agua viva; Dios enjugará de sus ojos toda lágrima” porque están
bautizados en la sangre del Cordero y participan en la eucaristía de la vida del
resucitado que es la mayor intimidad en la fe.
NO HAY VICTIMAS DEL DESTINO.
El resucitado la llama por el nombre, con sentido de pertenencia, como hace el
pastor con las ovejas; la Magdalena reconoce a Jesús en el momento que le dice
¡María! (Jn 20,26). Este conocimiento tiene que ver con la manera como se
conocen el Padre y el Hijo. “Mis ovejas me conocen a mi como me conoce el
Padre y yo lo conozco a Él” (Jn 10,15). “Si el mundo no nos conoce es porque
tampoco lo ha reconocido a Él”. La relación más íntima la crea el pastor dando la
vida por sus ovejas. Para que la vida sea en abundancia el pastor tiene que
poner en juego la suya. No hay abundancia de vida sino no hay generosidad de
entrega de la vida. Si Dios rescató a Jesús de la muerte por la resurrección fue
por la fidelidad de Jesús con Él y el amor con que Jesús había entregado la vida
por nosotros. “nadie las arrebatará de mi mano porque me las ha dado el
Padre”. Jesús no es víctima de un destino ciego. Sólo el que entrega
voluntariamente su vida puede recobrarla. La imagen del pastor que da la vida
por sus ovejas, (hermanos) al final se unifica con la imagen del Cordero que se
ha puesto en nuestro lugar para asumir nuestro destino. Jesús es el modelo de
pastor a quien confía para llevar su comunidad imaginada en el rebaño. Por eso
todo pastor debe identificarse con Jesús mediante la compasión por los demás
que lleva a la entrega por la vida. Solo si somos compasivos Jesús nos confía la
comunidad y nos invita a seguirle, como lo hizo con Pedro .
Padre Emilio Betancourt