7ª semana de Pascua. Domingo Ascensión del Señor C: Lc 24, 46-53
Todos los años en este día de la Ascensión de Jesús al cielo la 1ª lectura nos narra
dicho suceso según el comienzo del libro de los “Hechos de los apóstoles” narrado por
san Lucas. Pero este año, al ser el ciclo C, también es el evangelio de Lucas, quien al
final nos dice de una manera sencilla que Jesús subió al cielo.
Lo dice unido a la aparición a sus discípulos en la tarde-noche del día del domingo
de la resurrección. De hecho la Ascensión es un suceso espiritual no visible que está
unido íntimamente con la resurrección. Si Cristo resucita, es glorificado totalmente y por
lo tanto está ya con su Padre. San Lucas, como dice al comenzar el evangelio, quiere
escribir todo lo relativo a Jesús y la Iglesia para bien de todos nosotros. Su obra la
divide en dos partes. En la primera narra los hechos de Jesús hasta la subida al cielo.
La segunda comienza con esta subida. En realidad la “subida” tiene mucho de
simbolismo y de enseñanza catequética. Lo importante es el mensaje que transmite.
La Ascensión es el término de una época y el comienzo de otra. En el evangelio
acentúa el final de la época visible de Jesús. Es por lo tanto como una “Doxología” o
glorificación de Jesús. Es el poner un punto glorioso en el final de la estancia de Jesús
entre los apóstoles. La descripción del comienzo del libro de los “Hechos” es como el
punto de partida para la expansión misionera de la Iglesia. En esto coincide más con el
final del evangelio de Mateo y Marcos. En la descripción, donde hay mucho de
simbolismo, se nos habla de los 40 días de catequesis que tiene Jesús con los
apóstoles. 40 es un número bíblico de preparación. Por ello la despedida de Jesús ya
no tiene la tristeza de la Ultima Cena, sino que los apóstoles se sienten contentos. Por
eso Jesús “les bendice”. Era una fórmula de despedida en la paz y en el amor.
Es la alegría de esta nueva época que comienza, donde Cristo permanece invisible
y la Iglesia se sentirá ayudada por el Espíritu Santo. Esto es tan importante para la
Iglesia que el próximo domingo contemplaremos la venida del Espíritu sobre los
apóstoles. Comienza la nueva época de la Iglesia. Hoy los ángeles les dicen a los
apóstoles que no se queden mirando al cielo, sino que sigan aquí el encargo del Señor.
La fiesta de la Ascensión es como la fiesta de la glorificación de Jesús. Si sube al
cielo para estar con su Padre, es porque primero se humilló y bajó obedeciendo hasta
recibir desprecios, condena y muerte. Ahora sube al cielo para prepararnos un lugar en
la casa del Padre, como se lo había prometido a los apóstoles. En el evangelio nos dice
cómo Jesús les recordaba algunas de las instrucciones principales, una de ellas era el
haber sido necesario padecer para poder tener la resurrección y glorificación.
Aunque Jesús, por medio de los ángeles, les dice a los apóstoles que no miren
tanto al cielo, era una manera de hablar de que ya llegaba el momento de mirar a la
tierra, a toda la tierra para evangelizar. Pero para nosotros es una ocasión para mirar
un poco más al cielo. Desgraciadamente se mira demasiado a la tierra y a los intereses
de la tierra. En este día sintamos que debemos mirar un poco más allí donde está
Jesús esperándonos. De esta manera nuestras obras estarán más proporcionadas a lo
necesario para poder un día entrar y permanecer con Cristo, con la Virgen...
San Lucas, que es el evangelista más instruido en el sentido literario, describe la
Ascensión del Señor recordando las grandes exaltaciones de personajes históricos,
como el final de Elías, que es llevado por un carro de fuego. El mensaje es que Jesús
merece todo poder y gloria, que ya había recibido desde el momento de la
resurrección; pero que ahora con palabras materiales se pretende describir para que
nuestro corazón vibre al unísono del entusiasmo que debían tener los apóstoles.
Ellos se volvieron para seguir construyendo el reino de Dios en la tierra, reino de
paz y de amor, continuando el trabajo de Jesús en su época visible. Es lo que nos
compete a los que queremos ser discípulos de Jesucristo.