7ª semana de Pascua. Jueves: Jn 17, 20-26
Jesús está dirigiendo a su Padre celestial una sublime oración, que llamamos
“oración sacerdotal”, en el capítulo 17 del evangelio de san Juan. Ayer meditábamos la
parte en que Jesús pide por sus discípulos, no sólo los que estaban allí, sino que
podemos contemplar todos los que, siguiendo a los apóstoles, han sido y son
evangelizadores de la fe. Ahora en esta tercera parte final ruega Jesús por todos los
que han de creer en El. Ser creyentes significa no sólo saber que El es nuestro Dios y
nuestro guía (los demonios también creen), sino que seguimos sus pasos en lo
principal que El nos enseñó, con su ejemplo y sus palabras, que es el amor.
El amor tiende a unir; el odio desune. Por eso pide la unidad entre aquellos que nos
llamamos creyentes en Jesucristo. Él está proponiendo su testamento. Aquí lo hace en
esta oración que dirige con un afecto muy tierno y filial a su Padre. Parece como que su
corazón se ensancha y se enternece más. Jesús mira a todas las edades del mundo y
se da cuenta que una inmensa multitud creerá en El; pero también ve los peligros a que
se exponen. Entre ellos los principales son el egoísmo y el orgullo. Por eso necesitan
una ayuda grande en su oración y las plegarias que continuamente dirigirán al Padre
celeste muchos creyentes deseosos de esa unidad. La oración tiene una gran fuerza;
pero Dios respeta la libertad que cada uno sigue teniendo.
Unidad no es lo mismo que unicidad. El amor nos une, pero no nos hace iguales. En
la Iglesia puede haber una gran diversidad; pero si hay amor, habrá unidad. Lo peor es
cuando hay egoísmos y se quieren seguir los intereses particulares, en vez de seguir la
ley del amor. Si dentro de la Iglesia hay divisiones y mucho más las hay cuando se
forman iglesias diferentes, a pesar de que se llamen cristianas, es porque en ciertos
momentos (y normalmente sigue habiéndolos) han existido deseos de poder material o
tendencias políticas, que tienen como principal lo material. A veces se quiere poner una
cultura por encima de otra, que se desprecia. Con ello se descuida la justicia y el amor
y hasta la misma dignidad humana. Hoy se trabaja mucho en las iglesias por lo que
llamamos el ecumenismo, que es la unión por el amor, para que pueda ser una realidad
el deseo de Jesús: “Que sean uno como tu, Padre, estás en mi y yo en Ti”.
La unidad que quiere Jesús para sus creyentes es la misma que había pedido para
sus discípulos. El ejemplo es la unidad que hay en la Stma. Trinidad. Es un ideal, que
sólo se conseguirá en el cielo, pero al que debemos continuamente tender. Aunque no
con plena perfección, hay grupos cristianos que dan testimonio de esta unidad.
Esta unidad debe ser evangelizadora. Nuestra fe debería ser atrayente para los
demás. Sería si estuviera dominada por el amor. Sin embargo ¡Qué lejos estamos de
este ideal! Para que nuestra fe sea un testimonio para el mundo, como lo desea Jesús,
debemos renunciar a muchos egoísmos y orgullos. Todos tenemos que poner algo de
nuestra parte para que se haga realidad el deseo de Jesús. Es una tarea que debemos
tener siempre presente. En la primitiva cristiandad, cuando la gente veía a los
cristianos, decía: “ved cómo se aman”. Así se debería hablar de los cristianos. En
realidad hay ambientes donde ninguna diferencia hay con los que no son cristianos.
Nos preparamos para la venida del Espíritu Santo. Para el día de Pentecostés
debemos pedir al Espíritu que vele por todos nosotros y aumente la verdadera unidad.
Cuando celebramos la Santa Misa, el sacerdote pide al Espíritu Santo que “congregue
en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo”. Y se pide también
que “formemos un solo cuerpo y un solo espíritu”. Así pues, uno de los principales
frutos de la Eucaristía es la unidad. Hoy termina Jesús diciendo que hay tal unidad
entre el Padre y el Hijo, que quien ha visto al Hijo ya es como que ha visto al Padre.
Por eso nos interesa tanto conocer de verdad a Jesús y tener una gran vivencia con El
en la Eucaristía, porque ello es como señal o signo de un día poder ver al Padre.