DOMINGO SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
LA TRINIDAD Y LA CONVIVENCIA SOCIAL
El libro de los Proverbios pertenece a la etapa de descubrimiento Dios Uno. Más
adelante en el nuevo testamento, después de la resurrección de Jesús en el
ambiente pascual, los cristianos fueron comprendiendo que Dios único no era
solitario sino Trinitario. La comunidad de los apóstoles desde su experiencia de
fe y el escrutinio de las escrituras comenzaron a entrever el misterio de la
sabiduría de Dios en Jesucristo y éste resucitado.
La creación en general y particularmente la del hombre son la obra maestra de
la sabiduría; de ahí nuestra confianza en Dios porque continúa su presencia
creadora en todos los vivientes “Todo el tiempo me recreaba en su presencia,
jugando con el orbe de la tierra y mis delicias era estar con los hijos de los
hombres” (Prov. 8,31). Cuando contemplo el cielo obra de tus manos la luna y
las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para qué de él te
acuerdes, ése pobre ser humano, para que de él te preocupes? (Sal 8).
NUESTROS SUFRIMIENTOS Y LA TRINIDAD
En la carta a los romanos Pablo, con su experiencia del Espíritu Santo nos invita
a “Mantenernos en paz con Dios por medio de Jesucristo resucitado (La
Trinidad). Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia (de
la Trinidad) en el cual nos encontramos por la resurrección de Jesús para
participar en la gloria de Dios” (trinitario). Es muy consolador, particularmente
para quienes sufren y ¿quién hoy no?, que desde la experiencia Trinitaria
llegaremos a gloriarnos en nuestros sufrimientos, “pues sabemos que los
sufrimientos, con el Espíritu, engendran la paciencia, la paciencia engendra la
virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda,
porque el Señor ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo, (La trinidad) que Él mismo nos ha dado” (segunda lectura). La
misión de Pablo era crear comunidades que supieran asumir los conflictos y
sufrimientos, desde la experiencia del resucitado (La Trinidad), como referentes
de convivencia social
¿QUÉ ES O QUIÉN ES LA VERDAD?
El Espíritu de Dios, resucitado nos advierte: “aún tengo muchas cosas que
deciros que por el momento no sois capaces de entender” (evangelio). Dios se
revela progresivamente en nuestra historia para que vayamos dejando de lado
las secuelas del pecado, las creencias espontáneas de la religión natural y
descubramos desde la fe el rostro de Dios Trinitario en los hermanos.
No dejemos de lado que el Espíritu, es “El Espíritu de verdad para guiarnos hasta
la verdad plena.” “La verdad” es una palabra transversal a todo el texto del
evangelio de hoy. En el largo itinerario de la fe cristiana el Espíritu de la verdad,
la Trinidad, nos acompaña para guiarnos hasta la verdad total. La verdad es una
palabra clave para comprender la Trinidad. El creyente desde la experiencia del
resucitado sabe que la verdad es una persona: Jesús. “yo soy la verdad, el
camino y la vida” esto tiene una enorme importancia porque nos han formado en
la verdad como doctrina o algo tan indeterminado como diría Pilato a Jesús “¿y
qué es la verdad? En el texto la verdad está relacionada a conocer “El que ha de
venir os hará conocer… retomar de lo que es mío para darlo a conocer a
vosotros” En el lenguaje bíblico conocer designa una experiencia de vida, la
unión conyugal; no un saber o una doctrina. La relación con el Espíritu, la
Trinidad, no será exterior y a distancia porque está en nuestro interior; es desde
la experiencia del resucitado desde donde nos cuentan la vida de Jesús los
evangelios, su compasión, su confianza en Dios Padre, toda la experiencia vital
de Jesús para que nosotros podamos vivirla en el servicio al prójimo,
construyendo así el itinerario espiritual que llamamos fe. Toda la pastoral y la
evangelización en la iglesia es apenas razonable que sea una invitación a esta
intimidad con la Trinidad; un misterio que podemos celebrar como fiesta para
poder vivir todas nuestras relaciones, nuestros conflictos, nuestros sufrimientos,
nuestras incontrolables violencias desde la intimidad trinitaria como oferta de
sensatez.
La profesión de fe Trinitaria, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, repetida a diario por los creyentes, atribuida desde hace quinientos años
a San Basilio, nos confirma que la Trinidad vive en nosotros y nosotros estamos
inmersos en ella para superar el egoísmo como principal pecado del hombre y
obstáculo para servir a los demás.
“Benditos sean Dios Padre, y el unigénito Hijo de Dios, y el Espíritu Santo,
porque han tenido misericordia de nosotros” (Antífona de entrada).
Padre Emilio Betancourt