SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
DIOS NO HACE LAS COSAS A MEDIAS
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- El Señor se da del todo. Tal vez quien es capaz de la sublimación de todo su
ser, de una renuncia a sus instintos y tendencias, pueda lograr conexión directa, de
alguna manera intuitiva, con Dios. El misterio de la unión mística no podemos
ignorarlo. Cuando uno lee a ciertos autores, estoy pensando ahora, mis queridos
jóvenes lectores, en Rabindranath Tagore, y recordando “El cartero del Rey” o su
precioso poema “iba yo pidiendo de puerta en puerta..” cuando los lee y medita,
piensa que su contenido es pura contemplación cristiana, nada hay que rectificar,
nada. Algo semejante podría decirse de Kahlil Gibran. O del texto del beato Ramón
Llull, el sublime “libro del Amigo y del amado” que no creo recordar que en ningún
momento aparezca la palabra o concepto Jesucristo o Trinidad. Si uno reconoce la
unión que estos místicos nos refieren, porque sin duda experimentan, se pregunta:
¿es preciso conocer y admitir los dogmas cristianos?
2.- No hay duda que es posible lo mencionado, tampoco que es cosa de unos pocos
escogidos, de espíritu privilegiado, ahora bien, a los cristianos, a todos los que
reconocemos a Jesucristo y nos hemos abierto a sus enseñanzas, se nos ofrece
como una dadiva generosa, la confidencia de su integra realidad. El que se nos
ofrezca, no significa que seamos capaces de abarcarla, de entenderla, no. Tenemos
el privilegio de vivir ahondados en sus misterios, como prueba del Amor que nos
tiene.
3.- Se trata fundamentalmente de reconocerse amigos de Jesús de Nazaret, de
aceptar la amistad que nos ofrece. Cuando uno tiene un amigo, por especialista en
una materia que pueda ser y su sabiduría sea muy grande, nos sentimos partícipes
también de su riqueza espiritual. A la luz de esta verdad debemos hoy contemplar
el misterio de la Santísima Trinidad. Cada día cuando celebro misa, especialmente
cuando estoy solo, que ocurre la mayoría de los días de laborables, me siento
abrumado y asombrado del lenguaje que pronuncio. Reconozco a Dios-Padre y le
hablo de mi presencia, de los dones materiales, pan y vino, que aporto, que en
realidad son donaciones suyas. Le hablo de su Hijo, Dios-Hijo, y se lo presento. Le
hablo de lo que a nosotros nos contó y aseguró, de su muerte y de su resurrección,
de su ascensión. Me siento confundido y acudo a Dios-Espíritu para que venga en
mi ayuda y no desmerezca tanto mi presencia junto a la suya divina.
4.- Sumergido en el misterio, reconozco y adoro su grandeza. Confieso
sinceramente mi indigencia. Pero no quedo por ello satisfecho. Se lo digo y pido
ayuda. Ayuda para la Iglesia Esposa Amada del Dios-Hijo. Pertenezco a ella y Él es
mi hermano mayor, mi amigo. Fue Él el que me confió que ya no era siervo, sino
amigo suyo. Pido entonces favores para mí y los míos. Para el futuro y para los que
ya se fueron… Cada misa que celebro es un encuentro con la misteriosa realidad
trinitaria de Dios.
5.- Pero hoy, mis queridos jóvenes lectores, los cristianos lo señalamos
especialmente. Salid a decirlo a quien encontréis y podáis confiárselo. Más que el
dinero, que hoy significa algo y mañana, si todavía se conserva, ya ha cambiado de
valor. Más que la riqueza, que uno sabe no pasará la frontera del espacio-tiempo,
cuando llegue la muerte. No temáis explicarlo a quien sea. Tal vez algunos, pienso
ahora en los musulmanes, no os entiendan. Su gran sentido de la adoración, de la
unicidad exclusiva de un único Dios, les dificulta reconocer que este Dios único, se
ha hecho confidente del hombre y le ha dicho algo de lo que pueda ser capaz de
entender de alguna manera. De cómo es en su interioridad, en su profunda
unicidad. Somos privilegiados, no lo olvidéis.
6.- Pero la suerte de saber que somos privilegiados, exige que vivamos de acuerdo
con ello. Que el hombre no es un archivo colocado en una estantería, o el disco
duro donde se graven señales, sin que cambie nuestra vida, nuestra visión de la
realidad en la que estamos implicados. El misterio de la Santísima Trinidad así
entendido, no es pura erudición religiosa.