X DOMINGO ORDINARO (C) (Lucas, 7, 11-17)
“Yo he nenido para que tengáis vida y vida abundante” (Juan, 10,10)
- Cuando decimos que, “la palabra de Dios es siempre vieja y siempre
nueva” , no estamos haciendo un simple juego de palabras. Estamos
constatando una realidad: que las palabras de Jesús y sus hechos históricos,
curiosamente, tienen vigencia y actualidad y una aplicación en la vida de los
hombres de todos los tiempos.
- El Evangelio de hoy nos narra la escena de una pobre viuda, que ha
perdido a su hijo único, y vemos a Jesús que, compadeciéndose de ella, le
devuelve la vida. A primera vista, puede parecer que de aquel milagro sólo
se beneficiaron, la pobre viuda, sus familiares y, si acaso, los que, a la vista
del prodigio, terminan creyendo y glorificando a Dios.
- Sin embargo, con visión de Fe, este y los demás milagros tienen más largo
alcance. Sabemos que la fundamental misión de Jesús no era, remediar
necesidades temporales de sus convecinos. No era su misión redentora,
devolvernos temporalmente la vida humana (como hizo con el hijo de la
viuda) sino, ¡proporcionarnos Vida eterna!, según sus palabras: “Yo he
venido para que tengáis vida y vida abundante” (Jn. 10,10) Pero, qué duda
cabe que, milagros como este, en el que, de forma tan contundente, Jesús se
mostraba como Dueño y Señor de la vida, eran el mejor escenario, el mejor
argumento para que, los hombres de todos los tiempos, valorásemos y
confiáramos en esa otra VIDA trascendente que El nos ofrece y
comprendiéramos que, ¡esta Vida es la única por la que vale la pena luchar!
- Vistas así las cosas, ¡aquí hay Evangelio para todos! porque, por nuestra
vocación cristiana, todos estamos llamados a vivir esta Vida divina. Y,
según esta enseñanza, todos también estaríamos necesitados de que Cristo se
acercara y, como al joven, nos dijera: “ ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate
y vive vida divina!” “¡No te conformes con esa vida terrena y caduca!”
- El Papa Pablo VI escribió en una ocasión que: “le atormentaba la idea de
que tantas almas vivieran sin la vida de la Gracia porque estas personas,
a los ojos de Dios, serían como una comitiva de cadáveres ambulantes” .
- ¡Valoremos esa Vida divina que Cristo nos ha conquistado a tan alto
precio! Alimentémosla con el Sacramento de la Eucaristía y, si fuera
necesario, recuperémosla por el Sacramento de la Penitencia.
"Al verla el Señor le dijo: ¡No llores! . Se acercó al ataúd, lo tocó...
y le dijo: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!"
(Lucas, 7, 13-14)
Cuántos, de los que hoy forman parte de esa "comitiva de cadáveres
ambulantes" (Pablo VI), necesitarían de la misma voz imperativa de Cristo:
¡Levantaos! ¡Abandonad ya esa vida perecedera! ¡Vivid la Vida Divina que
os hace hijos de Dios!
¡Feliz fin de semana y Día del Señor!
Guillermo