11 de Junio, San Bernabé, apóstol: Mt 10, 7-13
La Iglesia en este día, 11 de Junio, celebra un santo a quien llama apóstol, sin ser
de los doce apóstoles. Por eso en el evangelio nos propone a consideración algunas de
las palabras que Jesús les dirige a los doce apóstoles cuando les envía a predicar por
las aldeas de aquella región.
En otro momento Jesús envía a predicar a 72 discípulos suyos con palabras
parecidas. Entre estos 72 parece que con certeza estaba san Bernabé. La instrucción
de Jesús era para que predicasen el reino de Dios, con humildad y pobreza, pero con
la energía de saber que eran enviados por el mismo Jesús y con la ayuda espiritual que
él mismo les infundía.
San Bernabé se llamaba José. Luego los apóstoles le llamarían Bernabé, que
significa “hijo de la consolación”, y también “el esforzado”, “el que anima”, pues lo haría
en gran parte de su vida, especialmente con respecto a san Pablo.
San Bernabé estaba tan cerca de los apóstoles que, según algunos, casi fue uno de
los doce, pues parece ser que era aquel José a quien propusieron para ser apóstol en
lugar de Judas. La “suerte”, o más bien la providencia de Dios, quiso que fuese Matías;
pero Bernabé quedó haciendo labores como uno de los principales de la Iglesia.
En el cap. 4, 36-37 de los Hechos de los Apóstoles se narra algo sobre san Bernabé
que impactó a la primitiva comunidad. Los apóstoles predicaban sobre la caridad y el
compartir. Entonces Bernabé vendió un campo que tenía y el dinero se lo dio a los
apóstoles para compartir con todos los pobres.
Hay en los Hechos de los Apóstoles (11, 24) un elogio sublime hacia Bernabé:
“hombre bueno y lleno del Espíritu Santo”. Y por eso, cuando los apóstoles oyeron que
en Antioquía la gracia de Dios se extendía entre mucha gente, de los cuales bastantes
eran paganos, enviaron a Bernabé, como representante suyo, para organizar y
consolidar la fe en Jesucristo.
Viendo que allí “la mies era mucha...” tuvo la grandeza de ánimo de irse a Tarso a
buscar a Saulo, que estaba como retirado, pues no era muy bien visto por algunos,
debido a su vida pasada. Ya antes le había presentado a los apóstoles de Jerusalén
como una gran adquisición para el bien de la Iglesia. San Bernabé animó a Saulo a ser
su ayudante en la predicación. Y por este mérito toda la Iglesia tiene que estarle
eternamente agradecida.
Con Saulo estuvo predicando un año en Antioquía hasta que sintieron la llamada de
Dios para ir a predicar el evangelio por los países de paganos. Esta llamada fue a
través de la comunidad. Y encontramos algo grandioso y ejemplar en la vida de
Bernabé. Él era el jefe, el principal en la predicación, enviado directo de los apóstoles;
pero viendo la valía de Saulo, quien ya se llamaba Pablo, le dejó hacer , de modo que
Pablo era ya quien llevaba la voz cantante, aunque Bernabé parecía como el jefe
“hombre bueno”, de gran presencia. Por eso los de Listra, cuando Pablo había hecho
un milagro y la gente les traía ofrendas como si fuesen dos dioses “aparecidos” a
Bernabé le llamaban “Júpiter” y a Pablo “Mercurio”, porque era quien más hablaba.
Hubo una disensión entre Bernabé y Pablo por causa de san Marcos, que todavía
no era santo ni experto en evangelización. Como Bernabé era familiar de Marcos, tuvo
que volverse con él, que entonces tenía miedo a las dificultades, mientras Pablo se iba
por otro camino. Pero Bernabé nos da una gran lección, pues tiempo después le
encontramos de nuevo como compañero de Pablo. Las disensiones se arreglan en la
paz de Cristo, actuando como si nada hubiera pasado.
Que san Bernabé nos ayude con su intercesión a predicar el evangelio, cada uno
según sus posibilidades. Pero siempre apreciando las cosas buenas que otros hagan y
sabiendo siempre perdonar o comprender las diferencias, amando todos a Jesucristo.