DOMINGO XI TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
EL AMOR CUBRE LOS PECADOS.
“Entonces el profeta Natán se present￳ a David con este mensaje: “La muerte
por espada nunca se apartará de tu casa, pues me has despreciado, al
apoderarte de la esposa de Urías l el hitita, y hacerla tu mujer” (primera
lectura). Así y todo, Dios continuó amando y llenado a David de bendiciones por
su arrepentimiento: “He pecado contra el se￱or “. Natán le respondi￳: “El Se￱or
perdona tu pecado. No morirás” (primera lectura)
David no pudo contar con el hijo del adulterio porque murió, pero si con el
perdón de Dios significado en su hijo Salomón. Si no en la forma de pecado si en
el arrepentimiento y el perd￳n nos identificamos con David. “Feliz el que está
absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado, dichoso el hombre a
quien el Señor no le apunta el delito. Había pecado lo reconocí, no te encubrí mi
delito, propuse: Confesaré al Señor mi culpa, y tú perdonaste mi culpa y mi
pecado” (Sal 31) “Quien esconde sus faltas no prosperará, pero quien las
confiesa alcanzará misericordia (Pro 28,13).
TODOS SOMOS SIMON
El episodio del evangelio no es más que uno de los signos del reino de Dios.
Con Simón el fariseo. Lucas usa que los fariseos estén cercanos a la enseñanza
de Jesús bien sea como observadores, jueces de lo que Jesús decía o defensores
de los preceptos legales; pero en este caso fue para resaltar el perdón de los
pecados
Lo que Simón alcanza a ver es una trasgresión de las normas, la mujer repone
cuidado a los pies de Jesús y Jesús se percata de sus lágrimas y caricias. A
Simón no le parece correcto en su casa el comportamiento de la mujer y de
Jesús; los enjuicia diciendo: “si este fuera profeta sabría quien lo está tocando”
Jesús con toda delicadeza le habla a simón de dos personas ajenas a la reunión,
un acreedor y dos deudores tienen deudas distintas; el acreedor perdonó la
deuda a los dos: ¿Quién de los dos amará más al acreedor?”. La respuesta es
obvia, al que le perdonó la mayor deuda. Ahora Jesús se refiere al anfitrión,
simón y a la pecadora pública. Jesús hace un juicio sobre las dos conductas
llevando a mirar a la mujer con los ojos de Jesús quien concluye: “por eso te
digo… Quedan perdonados sus numerosos pecados, porque ha mostrado mucho
amor”
Uno representa a la sinagoga, el fariseo; y otro, la comunidad cristiana la mujer
son los dos modos de entender el reino de Dios la comunidad cristiana que se
encuentra con Jesús, en una comida, con amor por que lo aman; y saben que la
deuda, por lo cometido con anterioridad, está ya perdonada. Luzcas conocía todo
esto por su maestro Pablo (Col ,13; Ef 2,1-10)
LA MUJER CREYENTE.
La mujer tiene todas las cualidades que un creyente debe aportar a la
comunidad, cuerpo de Jesús, la compasión. Jesús ya ha liquidado lo que nos
apartaba del amor de Dios, el fariseísmo. Vale la pena revisar muchas ideas
sobre el perdón de los pecados en la comunidad cristiana.
La mujer sabía que Jesús era un hombre único, inspiraba confianza, cariño, se
veía que era compasivo; ella a su vez era cariñosa, tenía mucho amor. Nada de
eso entendía el fariseo religioso, cumplidor de los ritos de su templo, pero
descuidado con las carencias de sus paisanos porque poco amaba. El perdón de
Jesús no es signo de poder de Jesús ni de la confesión de la mujer sino el amor
que existía en ella; al que en su vida se le perdona es porque en su vida tiene
mucho amor. Basta ya, no nos enredemos con tantos moralismos. La mirada de
Dios en relación al pecado es diferente a la nuestra que no pasa de ser
“moralista” como la del fariseo Sim￳n encerrado en la ley, una pecadora de la
ciudad, pero totalmente al margen de la misericordia, ni las lágrimas de la
pecadora fueron suficientes para su compasión. A Jesús hay que descubrirlo en
la dignidad de la persona no en la ambigüedad de los prejuicios de Simón y sus
invitados al banquete. Si la mujer lloraba no era por sus pecados sino por la
alegría de encontrarse con Jesús, todos los signos de afecto hacia él como
colocarse junto a sus pies, regárselos con lágrimas, cubrírselos de besos y
ungirlos con perfume eran sentimientos por sentirse perdonada .
ALGO PARA RECORDAR.
Recordemos que en la teología de los fariseos el perdón estaba precedido por un
cambio de conducta, Dios no perdona si primero no cambiamos, es decir es
primero la conversión que el amor de Dios, (primero el esfuerzo que la fe). Aun
hoy cargamos con esas secuelas de la conversión moralista: Es el amor de Dios
llamado perdón el que nos da las fuerzas para cambiar y sostiene nuestra
conversi￳n. El cambio de conducta es consecuencia del perd￳n. “Mientras vivo
en esta carne vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por
mí. Yo no anulo la gracia de Dios. Pero si la justificación fuera efecto de la ley, la
muerte de Cristo sería inútil” (Segunda lectura) Si Jesús era amigo de los
pecadores podría ser el enviado de Dios, de lo contrario no. Este evangelio nos
permite pensar nuestra actitud de creyentes frente a muchos colectivos, ni
comprendidos ni queridos hoy, pero si perdonados por Jesús.
Padre Emilio Betancourt