DOMINGO XI (C) (Lucas, 7 y 8, 36-3)
El amor de Dios en contraste, con la mezquindad del amor humano.
- El Evangelio de hoy nos ofrece dos actitudes muy contrapuestas:
Por un lado, la magnanimidad de Dios perdonando.
Y, por otro, la mezquindad de los fariseos, condenando.
- Es muy llamativo y chocante que, siendo el pecado una ofensa a Dios, los
fariseos se muestren más implacables con esta pobre mujer que el propio
Dios, a quien verdaderamente ofende el pecado.
- Esta paradoja responde, ¡a la falta de amor y humildad de los fariseos!
Falta de amor:
- El perdón y el amor son como dos caras de una misma moneda. La
capacidad de personar suele estar en relación directa con, la cantidad de
amor. Cuando amamos mucho a una persona, el perdón, ante cualquier fallo
o error cometido, está pronto, sale espontáneo y brota sin dificultad de
nuestro corazón porque “el amor todo lo disculpa” . (I Corintios .XIII, 7)
- Por el contrario, cuando falta el amor, es fácil convertirse en implacables
jueces de los errores ajenos.
- Y no es extraño que, esa falta de amor, (como ocurre en este caso), se
pretenda encubrir, hipócritamente, bajo un falso celo por la gloria de Dios.
Falta de humildad:
- Esa actitud implacable con los pecados ajenos es, también, consecuencia
de falta de humildad . El humilde, como tiene siempre presente sus propias
flaquezas humanas, está convencido de lo que decía de sí San Josemaría:
“Sin la ayuda de Dios, sería capaz de cometer, todos los errores y todos
los horrores que pueda cometer el último pobrecito mortal de la tierra”.
- Pero, sin humildad, se pierde de vista la realidad de nuestras propias
fragilidades y, entonces, nos volvemos duros e implacables y caemos en lo
que ya advertía el Señor a los fariseos: “ves la mota en el ojo de tu hermano
y no ves la viga en el tuyo” (Luc. 6, 41). Con cristal de aumento las faltas
ajenas y, disminuidas las propias. Actitud hipócrita que nos hace
inmisericordes con los demás, como ocurre en la escena que comentamos.
Lo que hemos de aprender.
- La enseñanza que debemos extraer de este Evangelio viene marcada por
esas dos negativas actitudes, (para tratar de evitarlas), reprochadas por Jesús
a Simón el fariseo: su falta de amor y su falta de humildad .
- Vigilemos, sobre todo, nuestras conversaciones en las que, con tanta
facilidad, podemos deslizar esos juicios ajenos que lesionan el amor. Y no
perdamos de vista “la viga propia”, que nos hará compasivos en los juicios.
Guillermo Soto
P R E S E N T A C I O N
"Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque
tiene mucho amor" (Lucas, 7, 47)
El amor y el perdón, se corresponden: Del Amor de Jesús, surge el
generoso perdón para aquella gran pecadora arrepentida; y de sentirse
perdonada y acogida por Jesús, fluye también aquel "mucho amor" de
aquella pobre mujer, elogiado por Cristo.
¡Feliz fin de semana y Día del Señor!
Guillermo