DUODÉCIMO DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
(Zacarías 12:10-11.13:1; Gálatas 3:26-29; Lucas 9:18-24)
Hoy celebramos el “Día del Padre”. En todas partes la gente brindará a sus
papás. Los almacenes les han dado un millón de sugerencias para hacerlo. Aquí
nos aprovechamos de la ocasión para reflexionar en las responsabilidades del
padre. Tenemos como modelo el ejemplo del Señor Jesús en el evangelio. Por
supuesto no es padre de familia. Sin embargo, muestra algunas virtudes para
ayudar a los padres en su rol hoy en día.
El pasaje comienza con Jesús orando. Particularmente en este evangelio según
san Lucas lo encontramos en esta postura. Antes de escoger a los doce y al
momento de su transfiguración, Jesús reza. Ora para discernir la voluntad de su
Padre Dios. Así los padres deberían conversar con Dios en la oración. Es cierto
que tendrán que hacer sacrificios por el bien de sus familias pero cómo hacerlo
será el tema de su conversación. ¿Sería mejor trabajar más para suplir las
necesidades físicas o les hace falta más atención en la casa? La oración les
iluminará este dilema.
La primera cosa que los padres tendrán que clarificar es hasta dónde quieren
seguir a Jesús. ¿Es un profeta que típicamente exagera los deberes de la
persona? O ¿realmente es Dios cuyas palabras resuenan con la vida eterna? En
el evangelio Jesús sondea a sus discípulos para medir su entendimiento de lo
que ha hecho. Pregunta si lo consideran como profeta hablando de parte de
Dios. O, posiblemente, lo piensan como el nuevo Elías cuyo rol es anunciar la
venida del Mesías.
Pedro responde de parte de todos. Dice que Jesús es el Mesías mismo que
salvará al pueblo. En la segunda lectura san Pablo nos da una consecuencia del
hecho que Jesús es el Mesías o, como dice él, el “Cristo”. Todos aquellos que se
le hayan acercado por el bautismo disfrutan del estado de ser sus hermanos. En
otras palabras ya no tienen preferencia los judíos por su ley, los libres por su
libertad, o los hombres por su fuerza. Siguen estas distinciones con sus propias
características, pero todos hombres y mujeres ya son iguales ante Dios. Hay
aquí una lección para los padres de familia que se enorgullecen de su autoridad.
Ellos deben colaborar con sus esposas y escuchar a sus hijos para ser justos.
Más que nada la responsabilidad del padre incluye enseñar a sus niños las
virtudes de la obediencia y la disciplina. Vivimos en una sociedad que exalta el
yo de modo que no le importe el bienestar de los demás. El sexo fuera del
matrimonio ejemplifica esto. El deseo de tener relaciones sexuales con quien y
cuando quiera le dé la gana ha causado una crisis familiar. Por el divorcio, la
separación, y el tener hijos sin casarse la mitad de los niños ya no viven una
parte de su niñez con los dos padres naturales. Este abuso ha causado el
crimen y encarcelamiento con mucho más frecuencia que en casos de familias
unidas. En el evangelio Jesús no esquiva su responsabilidad que se ha
clarificado en la oración. Dice a los apóstoles que va a sufrir el rechazo de parte
de los líderes judíos y la entrega a la muerte.
Pero su crucifixión no será el fin de la historia. Añade Jesús que va a resucitar
de la muerte para tener la vida eterna e invita a todos que lo sigan. Tendrán
que cargar su propia cruz, eso es la vocación que han escogido en la vida. Para
los padres esto significa que dejen atrás los modos de la soltería – la busca de
aventuras, el deseo de lujos, la satisfacción con hacer nada – para encabezar la
familia. Una mujer describe cómo su padre, un médico, después de trabajar
todo el día siempre venía para cantarle una canción de cuna. Cuando la niña se
hizo adolescente, el mismo hombre le regañó con gritos por haber hecho algo
malicioso como mentir.
Agradecemos a nuestros padres hoy no primeramente por darnos la vida física.
A lo mejor hicieron eso sin pensar nada en nosotros. Más bien los agradecemos
a la medida que hicieran por habernos formado como personas responsables.
Por criarnos con la disciplina, por sacrificarse por nuestro bien, por instruirnos
cómo confiar en Dios les damos gracias hoy.
Padre Carmelo Mele, O.P