COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
décimo cuarto durante el año, Ciclo C
Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo
precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha
es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados
que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en
medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar
a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz
sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él;
de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y
bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de
casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les
sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de
ustedes'." Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las
plazas y digan: '¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies,
lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa
ciudad. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los
demonios se nos someten en tu Nombre". Él les dijo: "Yo veía a Satanás caer del
cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones
y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren,
sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus
nombres estén escritos en el cielo".
TODOS TENEMOS UN LLAMADO Y UNA VOCACION
El Señor nos llama y nos invita a que seamos sus discípulos y que también -por
medio del llamado, de esta vocación- cumplamos con nuestra misión, porque todos
tenemos una misión y todos tenemos un llamado. Llamado a lo humano, a la
existencia, a ser buenas personas, a comunicarnos, a formar una buena familia, a
participar de la sociedad, a poder vivir en paz con todos; ya que todos tenemos un
llamado y una vocación.
También es cierto que Dios nos da la gracia, pero también exige nuestra
participación, nuestra colaboración, nuestro compromiso. Quien escucha bien
responderá bien; quien escucha mal -obra y vive distraídamente- cuando le
pregunten se va a equivocar en la respuesta.
En este tiempo tan complejo, tan difícil, tenemos que darnos cuenta de nuestra
responsabilidad ante la sociedad, ante la familia, en la Iglesia, en el mundo entero.
Por eso es importante construir una cultura en los valores, apoyada en el Evangelio,
donde Dios esté presente. No lo hagamos ausente, no lo saquemos de lado. Él es
nuestro equilibrio y justamente por eso vamos a relacionarnos bien con todo y con
todos los demás. Pero si perdemos el contacto con el Señor, que es nuestro
equilibrio, las cosas se van entorpecer, se van a desdibujar y crearan mayor
angustia, mayor individualismo, mayor soledad y mayor injusticia. Hoy más que
nunca nos necesitamos todos; debemos participar en la Iglesia porque tenemos un
llamado que cumplir.
¿Dónde vamos a poner nuestra confianza? ¿A quién vamos a seguir? No seguimos a
los hombres; incluso los hombres de Iglesia, a veces, se equivocan, están mal;
pero lo que Dios nos pide es fidelidad a Él, a su mensaje y al estilo de anuncio.
Recordemos que jamás nos asegura el éxito, no nos dará el triunfo, pero si somos
fieles a Él, Él será fiel a nosotros y el Evangelio se hará carne viva en cada uno de
nosotros.
Que recibamos su llamado y que, con generosidad, podamos darle nuestra
respuesta. “La cosecha es abundante pero los trabajadores son pocos.”
Necesitamos trabajadores para la cosecha. Tú, yo y los demás somos cada uno de
ellos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del énHijo y del Espíritu Santo.
Amen