DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
SOMOS PROFESIONALES EN “RODEOS” SOCIALES.
La parábola del evangelio de hoy refleja las condiciones socio-políticas de la
palestina; El camino de Jericó a Jerusalén estaba minado de ladrones y
victimarios que se escondían para asaltar a todo lo largo del Wad Kelt.
El samaritano, que no era judío, le ofreció los primeros auxilios al herido, su
enemigo judío. Curiosamente Lucas al retocar el texto de Marcos y Mateo,
centrado en el problema judío del mandamiento principal, le da un enfoque más
universal al encuentro del hombre con Dios. Donde el hombre pueda encontrar
al hermano herido, se encontrará con la vida eterna cuya plenitud vendrá
después; así se explica que el personaje central de la narración no sea un
victimario, ni todos juntos, sino un compasivo, Jesús como buen samaritano a
quien podemos imitar y seguir todos. Al inicio el prójimo es la persona socorrida,
al final los prójimos se originan por la compasión que no tuvieron los victimarios.
“Los mandamientos que te doy, no son superiores a tus fuerzas, ni están fuera
de tu alcance. No están en el cielo ni al otro lado del mar; están muy a tu
alcance, en tu boca y en tu coraz￳n, para que puedas cumplirlos” (primera
lectura) “amarás al Se￱or tu Dios y al pr￳jimo como a ti mismo”.
LA COMPASIÓN Y LOS SENTIDOS.
La parábola también enfatiza como la compasión y la solidaridad tienen que ver
con los sentidos: Vendar las heridas, rociarlas de aceite, montarlo en la
cabalgadura, llevarlo a la posada y pagar por su atención hasta un próximo
retorno son delicadezas de la compasión y el mejor perfil de una cultura de la
solidaridad. La mentalidad de samaritano implica incomodarse y servir con
gratuidad, de lo contrario nos volvemos profesionales del “rodeo”. Cuando se
quiere salvar solo a los victimarios hay que hacer muchos rodeos con las
víctimas; Los rodeos sociales con las víctimas son verdades a medias que
terminan convirtiéndose en grandes mentiras llamadas postconflicto. El
mandamiento del amor y la solidaridad parten de la iniciativa y capacidad de
mirar el sufrimiento de las víctimas. Ese será el examen final de nuestra vida y
de todos los procesos integrales de paz: “Se￱or cuándo te vimos hambriento,
sediento, desplazado, víctima o enfermo y acudimos…” El Se￱or nos dirá: “os
aseguro que lo que hayáis hecho a estos mis hermanos menores me lo hicisteis
a mí… y lo que no hicisteis a uno de estos más peque￱os no me lo habéis hecho
a mí” (Mt 25,31 ss.).
LA DIGNIDAD DE LAS VICTIMAS.
El samaritano no necesita escoger la víctima o hacer más dramático el encuentro
buscando un buen informe periodístico o una crónica más creíble. Parece que
tampoco hubiera leído libros sobre la pobreza o participado en seminarios sobre
las victimas o en procesos de paz. No, él estaba instruido por la compasión y
formado para la solidaridad, razón para no colonizar el espacio del herido como
objeto de publicidad o negociación posterior, incluyendo su muerte y el
sufrimiento de su familia
como tema político. El samaritano prefirió tomarse un tiempo para que su dinero
sirviera a la solidaridad, agregando a otra persona que cuidara de él y no
simplemente anunciara su tragedia al estado de Israel para que cubriera la
cuenta o lo indemnizara.
LA SOLIDARIDAD ES UN PROBLEMA ÉTICO
“La parábola respondiendo a la pregunta ¿Quién es el pr￳jimo? cambia el
concepto tradicional sobre prójimo y el camino para alcanzar la vida eterna.
Bajo cualquier denominación lo que necesitan las víctimas y los pobres son más
prójimos porque con los victimarios no han podido contar. Ni el sacerdote y el
levita con su moral y su culto, ni el jurista con su derecho bien memorizado,
acudieron a socorrer al herido. La solidaridad es un problema más ético que
moral y legalista; siempre y cuando sea más grave la situación humana del
herido que el costo material de lo robado.
El samaritano orienta su dinero hacia el cuidado del herido para proteger lo poco
que le queda de su dignidad quebrantada y posibilidad de un futuro más
humano, “Al día siguiente sac￳ dos denarios, se los dio al due￱o del mes￳n y le
dijo: cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso”. No falta
quien crea que el cuidado por la vida y el respeto a la dignidad de las victimas
pudo ser objeto de inversión económica con mejores resultados; si el samaritano
equivocadamente hubiera gastado su dinero con los victimarios, en el texto
llamados “ladrones”.
LA COMPASIÓN ES LA VIDA ETERNA
En lo que hagamos hoy por las víctimas y los pobres está el inicio y compresión
de lo que es la vida eterna; que no es eterna si empezamos hoy, pero si, en
cuanto que en el cielo será su plenitud. El texto luego de cambiar la pregunta
¿quién es mi prójimo? por ¿de quién soy yo prójimo?, termina haciéndonos una
sentida invitaci￳n: “Vete y haz tú lo mismo”. (evangelio) Para saber quién es mi
prójimo nunca puedo fiarme de mis propias ideas o ideología; porque siempre
tendré las suficientes para afirmar que el otro no es mi prójimo; o lo que es más
grave; yo no soy victimario sino victima; cuando la pregunta es otra: “¿De quién
soy yo pr￳jimo?”. Siempre que cerramos los ojos las manos también se cierran;
pero si los abrimos, las manos también se abren. Quizás por eso en el juicio final
seremos juzgados por los ojos “Se￱or ¿cuándo te vimos sufriendo? Lo que ojos
no ven coraz￳n no siente” dice el adagio.
Padre Emilio Betancourt