26 de Julio: Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María: Mt 13, 16-17
En este día venera la Iglesia a los padres de la Santísima Virgen. Nadie puede
certificar que se llamasen Joaquín y Ana, aunque es una tradición bastante antigua. Lo
importante es saber que Dios tuvo que poner a la que iba a ser su madre dentro de un
hogar muy religioso, donde María pudiera tener una excelente educación y pudiera
fácilmente dirigir sus pasos hacia Dios.
La devoción a santa Ana es mucho más antigua que la de san Joaquín. Por el siglo
V y VI encontramos algún templo en honor a santa Ana, como madre de la Virgen. Los
datos que conocemos de sus nombres y algo de sus vidas se deben a libros, que
llamamos apócrifos, porque la Iglesia no los reconoce inspirados.
Son libros devocionales para suscitar la devoción queriendo completar datos del
evangelio. Los dos principales son: “el libro sobre la Natividad de María” y el
“protoevangelio de Santiago”. Joaquín viene a ser de Nazaret y Ana de Belén.
Se casaron y eran justos ante Dios; pero durante veinte años no pudieron tener
hijos. Entonces acudieron al Señor prometiendo que, si tenían algún hijo, lo
consagrarían al servicio de Dios. Para ello iban al templo de Jerusalén en las fiestas
principales a ofrecer un sacrificio.
Como la esterilidad se consideraba como una maldición de Dios, un sacerdote
rechazó el sacrificio de Joaquín. Éste, lleno de vergüenza ante sus paisanos, no quiso
volver a su tierra, sino que fue al desierto a seguir suplicando a Dios. Ana hacía lo
mismo desde su casa.
Un día un ángel visitó a Joaquín anunciándole que iba a tener una niña, en la cual
Dios se iba a complacer. Ana también recibió el mismo mensaje. Según uno de estos
libros ya vivían en Jerusalén y en la puerta Dorada tuvo lugar el encuentro de los dos
esposos llenos de alegría.
Como estos libros son devocionales, es muy difícil saber hasta dónde hay algo de
histórico. Muchas cosas se escribían imitando lo que estaba en la Sagrada Escritura.
Por eso hay semejanzas con el anuncio del nacimiento del profeta Samuel a su madre
Ana. También con lo relativo a los padres de san Juan bautista.
Hoy para nosotros lo importante es honrar a estos padres en cuyo hogar se formó la
personalidad y santidad de María, aunque la gracia viniera directamente de Dios.
Honramos a los abuelos de Jesús. No sabemos si Jesús niño tuvo el consuelo de ver y
experimentar las caricias de sus abuelos; pero es la ocasión para pedir por todos los
abuelos y para que abunde más la ternura del hogar.
El evangelio breve de hoy se basa en unas palabras de Jesús que pronuncia
cuando está explicando la comprensión o no de las parábolas. Jesús está exponiendo
lo principal del Reino de Dios en forma de parábolas y explica que lo hace así porque
los que tienen mala voluntad, como los fariseos, no desean ver la grandeza de las
enseñanzas de Jesús. Así en parábolas no quedan deslumbrados, pues la verdad sin
más les haría ir más contra Jesús.
Pero los apóstoles, dice Jesús, son “dichosos porque ven” lo que Jesús quiere
decir, como igualmente los de sencillo corazón. Estas palabras hoy la Iglesia las aplica
a los padres de María, porque a través de las gracias que Dios va derramando sobre
ella, ellos son conscientes más de la presencia de Dios.
Los israelitas esperaban los días mesiánicos, pero estaban como ciegos creyendo
que el Mesías les iba a libertar de opresiones materiales. María estaba llena de gracia.
¿Lo llegarían a comprender de alguna manera sus padres? Dios les daría gracias para
comprender que aquella niña tenía algo especial, por lo cual Dios se complacía en ella.
Así hoy la Iglesia, ante los padres de la Virgen exclama: “Dichosos vuestros ojos
porque ven… Muchos profetas lo hubieran deseado ver”.