D O M I N G O XVIII ( C ) (Luc- 12, 13-21)
“El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado
como uno de los más graves errores de nuestra época”. (G.S. nº 43)
Cristo: su misión salvífica.-
- La intervención de Jesús, en este Evangelio, deja claro que la misión de Cristo,
(y por tanto la de la Iglesia), no es directamente organizar los asuntos temporales
de los hombres, sino la de, “imprimirnos su Espíritu para regenerar al hombre por
dentro”.
- No obstante, ese Espíritu regenerador que Cristo imprime y que han de asumir
los cristianos, tendrá la virtud de influir también en su manera de comportarse y de
conducirse un cristiano en los asuntos temporales, como queda patente en el caso
que propone hoy el Evangelio. Es decir: aplicando la doctrina de Jesús y su
Espíritu regenerador , el hombre puede superar los peligros de la codicia.
¿Es “alienadora” la doctrina de Cristo? (1ª y 2ª Lecturas)
- Pero hoy, reclaman una especial atención y aclaración, las dos primeras lecturas,
en las que puede dar la impresión de que el cristiano, “porque busca la vida
futura” , puede menospreciar y desentenderse de los asuntos temporales. A esta
falsa interpretación pueden dar pié, los siguientes textos:
Vanidad de vanidades y todo vanidad” del Libro del Eclesiastés.
Y, “Buscad las cosas de arriba…. ” de la Carta a los Colosenses:
- Estas afirmaciones, nos llevan a preguntarnos y a responder: ¿Es “alienadora” la
doctrina de Cristo? Dicho con otras palabras: El cristiano, ¿ “porque no tiene aquí
su ciudad permanente”, – en frase de San Agustín, (recordada por el Concilio
Vaticano II), puede desentenderse de sus responsabilidades terrenas?
¡Nada más lejos de la auténtica realidad y del espíritu del Evangelio!
- ¡Que claro lo dejó el Concilio Vaticano II en un texto de la Gaudium et Spes nº
43, que adjuntamos al final, en la FICHA > (1)
- El texto del Concilio deja patente que, el cristiano, por el hecho de esperar la vida
futura, “no puede desentenderse de las realidades temporales como si estas fueran
ajenas a su Fe y a su salvación”. Pero, puntualiza además el Concilio: “ No se
equivocan menos quienes, por el contrario, opinan que pueden sumergirse en los
asuntos temporales como si estos fueran ajenos a la vida religiosa”
- Los cristianos, por tanto, hemos de movernos en medio de las realidades terrenas
sabiéndonos colaboradores y continuadores de la obra creadora de Dios,
ejercitando todo ese cúmulo de virtudes que exigen, el trabajo bien hecho, las
responsabilidades bien cumplidas porque, si no lo hacemos así, es precisamente
cuando convertimos esta vida en, “ vanidad de vanidades”, como nos lo recuerda el
Eclesiastés. Y es, precisamente, desentendiéndonos de nuestras responsabilidades
terrenas como, en verdad, “nos jugamos” “ las cosas de arriba” y dejamos de ser,
ricos para Dios”, como nos lo recuerda San Pablo en su Carta a los Colosenses.
Guillermo Soto
(1)
“La Iglesia exhorta a los cristianos al cumplimiento de sus deberes
temporales, advirtiéndoles que deben guiarse por el Evangelio;
lamenta la conducta de aquellos que, con el pretexto de la espera de
los bienes celestiales, descuidan las tareas temporales, así como,
reprueba también a aquellos que se sumergen en los negocios
terrestres sin referencia alguna a las actividades religiosas. El
divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado
como uno de los más graves errores de nuestra época”. ( Gaudium et
spes nº 43)