«EL SEMINARIO, CORAZÓN DE LA DIÓCESIS»
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 19º domingo durante el año
(7 de agosto 2016)
El 4 de agosto pasado celebramos al Santo Cura de Ars. En esa oportunidad rezamos por las vocaciones,
ya que nuestro Seminario lo tiene como patrono. También rezamos por los párrocos y sacerdotes. Fue muy
gozoso celebrar la Misa en la capilla del Seminario, con todos ellos. Por esa razón este mes de agosto
acentuamos la oración por las vocaciones consagradas y sacerdotales. En varias oportunidades me he
referido específicamente a las graves necesidades de contar con más sacerdotes, porque la misma gente
experimenta que «la cosecha es mucha y los operarios son pocos» (Mt 9,37).
En esta reflexión quiero que profundicemos especialmente en el tema de la vocación sacerdotal y
consagrada. El Concilio Vaticano II, que se realizó hace varias décadas nos dejó mucho más claras las
ideas sobre «quién es quién» en la Iglesia Católica. Qué lugar ocupan los laicos, los consagrados, los
diáconos, los sacerdotes, en esta Iglesia a la que el Concilio le gusta llamar el «Pueblo de Dios» en marcha
hacia el Cielo. Y los «curas y monjas» son indispensables para esa marcha y la vida del pueblo de Dios. Y
nosotros, en nuestra Diócesis de Posadas, no los tenemos en una cantidad ni remotamente suficiente.
Con la creación de la nueva Diócesis de Oberá, nuestra Diócesis cuenta con el 50% de la población de
Misiones, más de 600.000 habitantes. Y estos números van en ascenso por el rápido crecimiento
demográfico. La Diócesis cuenta con unos 70 sacerdotes, muchos de ellos de edad muy avanzada.
Contando con unos 35 sacerdotes religiosos y 35 del clero diocesano que están incardinados. La atención
pastoral tiene una proporción próxima a los 10.000 habitantes por sacerdote. Esto revela la necesidad de
acompañamiento pastoral que experimenta nuestra gente. De hecho necesitaríamos armar nuevas
Parroquias sobre todo en Posadas donde se multiplican rápidamente nuevos barrios. Aun cuando en estos
últimos 15 años hemos creado 14 parroquias, el número sigue siendo insuficiente.
No dudamos que Dios sigue llamando a nuestros jóvenes; a algunos de ellos a la vida sacerdotal o
consagrada. Aun así, hay mucha gente que desconoce qué significa ser sacerdote o religioso.
Lamentablemente hay muchos que desde los medios de comunicación no valoran suficientemente este
estilo de vida que implica una donación amorosa de la propia existencia a Cristo y a los demás. Y por ello,
no resaltan los numerosos testimonios de sacerdotes y religiosas que viven entregando su vida, amando,
con sufrimientos y alegrías.
Monseñor Iriarte, que fue arzobispo de Resistencia, y con quien trabajé algunos años, en una carta pastoral
explicaba sencillamente a la gente qué es un sacerdote: «¿Qué es un sacerdote? Un hombre cualquiera, un
chico, un muchacho, un adulto, a quien en un momento determinado de su vida Dios lo llamó para el
sacerdocio. Es decir, para que siguiera la línea de Cristo y los Apóstoles, realizando su tarea de mediador
entre Dios y los hombres. Un hombre que se decide totalmente a hacer de puente entre esas dos puntas y
para eso conduce al pueblo cristiano, le enseña y le da los Sacramentos. A menudo oímos decir que Pedro
o María “ayudan al cura”. Y no es tan así. Es el cura quien debe ayudar a todos los “pedros” y “marías”, a
todos los laicos, a vivir su cristianismo y a salvarse. Para eso jugó su vida a tal punto que renuncia a uno
de los aspectos más íntimos y totalizantes del hombre que es el matrimonio y la familia».
En nuestra Diócesis damos gracias a Dios por nuestro Seminario «Santo Cura de Ars» en donde se están
formando 26 seminaristas, 10 de ellos en la teología. También damos gracias a Dios por el cariño y la
cercanía del Pueblo de Dios que quiere a los que se están formando para ser pastores y reza por ellos y por
el Seminario. Debo confesar que como Obispo me llena de esperanza nuestro Seminario. Pero debemos
seguir acompañando todos el tema de las vocaciones, porque la cosecha, -capillas, escuelas, hospitales,
movimientos, sectores- son muchos y los sacerdotes y consagrados, pocos.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas