DOMINGO XIX TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
VIVIMOS EN UN LARGO SOPOR
La pedagogía de Jesús consiste en volver los bienes materiales un tesoro por
nuestra compasión y solidaridad para así adquirir el Reino; esto es más difícil
como esfuerzo individual que en comunidad. La Comunidad, que es el mismo
Señor Resucitado, mediante la palabra y la solidaridad sana el miedo a la
avaricia del dinero que es el mayor obstáculo para la realización del Reino:
“En aquel tiempo Jesús dijo a la comunidad de los discípulos: “No temas,
rebañito mío porque el padre ha tenido a bien darte el Reino (La comunidad).
El miedo podría explicarse si estuviéramos todavía esperando una promesa de
reino incumplida o en retardo, pero no, el Reino de Dios es la comunidad
cristiana a la que pertenecemos por la acción transformadora del Crucificado
Resucitado, el Espíritu Viviente, Espíritu Santo que venció la muerte fuente de
todos los miedos. Qué miedo podremos sentir si tenemos el amor de Dios en
nuestro corazón, el mismo amor que nos da la capacidad de compartir
nuestros bienes a sabiendas que: “quien acumula para sí, no es rico ante
Dios” “vendan sus bienes y den limosnas” (evangelio); con la certidumbre que
nada de lo que tenga que ver con compasión y solidaridad, como acciones del
Espíritu se destruye porque sirve para los demás y para nosotros “se va
acumulando en el cielo”
EL EGOÍSMO GALOPANTE.
Las llamadas de Jesús a la vigilancia implican despertar a la indiferencia, a la
pasividad, al sueño del consumismo, al letargo del subjetivismo y al engaño
del relativismo y a los desórdenes del egoísmo actual; que ahogando el
bautismo como acción del Espíritu obstaculizan la compasión y el servicio a
los demás como signos de fe. Ya no reaccionamos a nada, todo nos es
indiferente. Ni la religión logra entusiasmarnos ni el bautismo despertarnos
porque estamos en un sopor como si Jesucristo no hubiese resucitado y la
piedra del sepulcro no hubiese sido corrida. “donde está tu tesoro allí estará
también tu coraz￳n y allá no llega el ladr￳n ni carcome la polilla” (Evangelio)
El TESORO DEL CORAZÓN.
Para Lucas el Espíritu del Resucitado, el Espíritu Santo, permite estar listos,
con la túnica puesta, bien arreglados, para abrirle el corazón al Señor cuando
llegue, toque y su presencia sea un banquete comunitario. (7,35-38); o
vigilantes como un padre de familia que cuida su casa, el corazón, de quienes
querrán saquearlo. (7,39-40) “donde está tu tesoro allí estará también tu
coraz￳n y allá no llega el ladr￳n ni carcome la polilla” (Evangelio)
La acción del Espíritu es lo que nos permite seguir siendo fieles prudentes y
responsables, repartiendo con solidaridad, sin correr la suerte de los
desleales. Pedro no había tenido en cuenta que la parábola era para la
comunidad en función de los demás. A quienes, por el bautismo recibimos el
Espíritu se nos exigirá mucho porque si mucho se nos ha confiado en la
evangelización, mucho más se nos exigirá pastoralmente. Un amplio
comentario de esta enseñanza es la parábola de los talentos (Lc 19, 11-27).
Servir a los demás como buenos administradores significa creer-sirviendo
como Abraham, Sara y todos los que han muerto firmes en esta fe (segunda
lectura). “Quienes celebraron la pascua se pusieron de acuerdo para que
todos los santos participaran por igual de los bienes y de los peligros. Y así
pudieron cantar el himno de sus padres, la liberaci￳n pascual” (Primera
lectura) “los ojos del Se￱or están puestos en sus fieles, en los que esperan en
su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de
hambre. Nosotros, la comunidad, aguardamos al Señor: Él es nuestro auxilio
y escudo; que tu misericordia Señor, venga sobre nosotros como lo
esperamos de ti” (Sal 32) .
Padre Emilio Betancourt