LOS DE CERCA Y LOS DE LEJOS
Domingo 21º del Tiempo Ordinario. C
“Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua ” (Is 66,18). Esa promesa de Dios,
se encuentra en la tercera parte del libro de Isaías. El pueblo ha regresado de Babilonia. El
tiempo de la deportación y del exilio no podrá ser olvidado jamás. Pero Dios invita a soñar el
futuro. A romper el particularismo. A ensanchar el horizonte.
El profeta anuncia que el Señor enviará sus mensajeros por todo el mundo. Y
anunciarán su gloria hasta en las tierras mas lejanas. Hasta las costas que nunca oyeron su
fama ni vieron su gloria. Y de allá vendrán para ofrecer sacrificios en el Monte Santo de
Jerusalén.
Apoyado en esa promesa, el orante se atreve a cantar: “Alabad al Señor todas las
naciones, aclamadlo todos los pueblos” (Sal 116,1). Claro que nadie podrá caminar hasta el
Señor si no se purifica. Es preciso aceptar como hijos la corrección con que nos reprende el
Padre que nos ama (Heb 12,5-13).
LA PRESUNCIÓN
Al leer el evangelio que se proclama en este domingo nos quedamos un poco
desconcertados. El texto parece oscilar de un tema a otro.
• En primer lugar se nos presenta a Jesús que sube decidido hacia Jerusalén. Pero no
parece obsesionado por la condena que allí le espera. Al contrario, mientras va recorriendo el
camino no deja de enseñar en las ciudades y aldeas por las que pasa. Jesús es un Maestro que
no olvida su misión.
• En segundo lugar, se recuerda la pregunta de un oyente an￳nimo: “¿Se￱or, serán pocos
los que se salven?” Jesús elude la cuesti￳n te￳rica y exhorta a las gentes a esforzarse en entrar
por la puerta estrecha. La salvación no queda garantizada por la cercanía física al Maestro. No
basta escuchar su palabra. Hay que vivir como él para evitar ser rechazados por él.
• En un tercer momento, contra la presunción de los que le siguen habitualmente, Jesús
proclama la suerte de “los otros”. Son los que vienen de lejos. “Vendrán de Oriente y
Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán en la mesa en el Reino de Dios.
LA RUTINA
El texto evangélico se cierra con una advertencia que debió de brotar muchas veces de
los labios de Jesús: “Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.
• Las primeras comunidades cristianas pensaron sin duda que los primeros eran los
miembros del pueblo de Israel, mientras que los últimos eran evidentemente los que llegaban
del mundo pagano y aceptaban el evangelio del Señor. Se cumplían así las antiguas profecías.
La comunidad se abría a nuevos horizontes.
• En las comunidades cristianas de hoy hemos de considerar seriamente aquella especie
de proverbio de Jesús. Los cristianos “de siempre” hemos caído en la rutina. Creemos tener
asegurada la salvaci￳n. Somos “practicantes no creyentes”. Seguramente nos precederán en el
Reino muchos de esos que parecen “creyentes no practicantes”.
- Señor Jesús, ayúdanos a abrirnos a la novedad de tu Reino. Que tu Espíritu ofrezca un
nuevo horizonte de universalidad y de gracia a los que nos hemos habituado a la comodidad
que nos ofrece una fe cansina y rutinaria. Señor, te piedad. Amén.
José-Román ,Flecha Andrés