INVITADOS Y ANFITRIONES
Domingo 22º del Tiempo Ordinario. C
“Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios, porque es
grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes” (Si 3,17). Este consejo
que nos ofrece hoy el libro del Sirácida o Eclesiástico merecerá la burla y el desprecio de
todos los que van corriendo detrás de los honores, el prestigio o el triunfo político.
En el mundo actual no se valora la humildad. Por todas partes se respira el tufo de la
arrogancia. Son muchos los que parecen dispuestos a vender hasta su alma con tal de aparecer
en la primera plana del triunfo social.
En ese contexto, será dificil reconocer que “Dios prepara casa a los desvalidos, libera a
los cautivos y los enriquece” (Sal 67). La experiencia de todos los días parece desmentir esa
confesión del salmista. Pero Dios es el juez de todos, como nos recuerda la carta a los
Hebreos (Heb 12, 22-24).
LA ALTANERÍA
En la misma línea se coloca el texto del evangelio que se proclama en este domingo (Lc
14, 1.7-14). Invitado a comer por uno de los principales fariseos, Jesús observa que los
convidados se apresuran a escoger los primeros puestos. Su observación se ha hecho popular
y se repite con frecuencia aun en los ambientes más laicos.
• Buscar los primeros puestos puede dejarnos en ridículo, si tenemos que descender. Es
mejor buscar el último asiento para que el anfitrión nos invite a ocupar un puesto más digno.
Evidentemente, hemos aprendido la altanería que se puede esconder bajo la falsa humildad. Si
elegimos el último puesto es solo para que todos reconozcan nuestra valía.
• Más popular aún se ha hecho la frase con que Jesús concluye este primer consejo:
“Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Tanto la historia
como la experiencia diaria avalan la verdad de este proverbio. Thomas Merton había
profetizado hace muchos años en un poema la caída de las grandes torres de acero y cristal.
LA GRATUIDAD
Pero más escandalosos resultan los dos consejos de Jesús que recoge el evangelio de
este domingo. Uno es negativo y el otro es positivo. Pero es claro que ambos son
políticamente incorrectos:
• “Cuando des una comida no invites ni a parientes ni a vecinos ricos que puedan
corresponder invitándote”. Jesús no pretende que rompamos los preciosos lazos de la familia
o de la amistad. El Maestro trata de exhortarnos a vivir en gratuidad, sin buscar recompensas
inmediatas ni efímeros honores.
• “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque
no pueden pagarte, te pagarán cuando resuciten los muertos”. He ahí una extraña
bienaventuranza. Con ella se nos exhorta a descubrir la dignidad de los marginados sociales.
Y a aprender la relación entre la gratuidad temporal y la esperanza de lo eterno.
- Señor Jesús, tú nos enseñas que la humildad no es una postura fingida e interesada. Y
nos pides que imitemos al Padre, que ama especialmente a los pobres y desvalidos. Ayúdanos
a vivir la verdad de nuestra fragilidad. Bendito seas, Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés