DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
DISCÍPULOS EN SERIO.
Recordemos que el seguimiento que Jesús le indica a los discípulos es hacia
Jerusalén, lugar de la cruz “Si alguien quiere seguirme y no me prefiere a su
padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas,
más aún a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga con su cruz y
me sigue, no puede ser mi discípulo” (Evangelio).
La disyuntiva no es rechazar el amor humano para optar por el seguimiento a
Jesucristo sino elegir entre una humanidad deshumanizada que puede darse
incluso con los más cercanos del amor humano y la plenitud de humanidad en el
seguimiento de Jesucristo crucificado y resucitado. El humanismo de Jesús es la
razón más profunda para seguirlo.
La evangelización por ser seguimiento es itineraria hacia la cruz y no puede
encerrarse en afectos por muy cercanos y estimables que sean. Así lo explica el
evangelio de San Juan: “El que ama su vida la pierde, y el que odia su vida en
este mundo, la guardará para la vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y
donde yo esté, allí estará también mi servidor” (Jn 12,25-26). Odiar es una
expresión semítica que significa retirarse a otra parte o distanciarse de alguien o
alguna cosa; no es un sentimiento de odio. Odiar la vida no es una vocación al
desprecio de sí mismos; sino más bien la precedencia que tiene Jesús sobre todo
clase de relaciones y seguimientos.
REPENSAR LAS VIDAS DESTRUIDAS .
Para ser discípulos de Jesús hay que reflexionar, medir las propias fuerzas que
equivale a la confianza que tenemos en la palabra de Dios que es Jesucristo, con
la certidumbre de que “lo que es imposible para nosotros es posible para Dios”.
El seguimiento no puede ser una experiencia de autosuficiencia egolátrica o
temeraria, por el contrario, se necesita sentarse a reflexionar (orar) para ser
bien concretos y maduros en la construcción de la propia vida y la vida de los
demás, pero sobre todo, de quienes la tienen destruida; No se trata de hacer un
simple mandado o llevar una encomienda sino de llevar la cruz propia y la(s) del
prójimo a ejemplo del Jesús crucificado y resucitado. Los crucificados de
Jerusalén llevaban sus cruces con el aviso de sus propias faltas. A nosotros el
crucificado nos permite llevar las faltas propias y ajenas en comunión con Él
como signo de confianza en la resurrección que le dio su padre Dios y nos dará
nos dará nuestro padre Dios en Jesucristo.
¿CONVERSIÓN EXPRÉS?
Los seguimientos y conversiones repentinas o entusiasmos rápidos no hacen
parte al menos del evangelio de Lucas; Jesucristo vino no a levantar emociones
sino a salvar. Al evangelista le convence más el proyecto del constructor que
quiere edificar una torre, pero calcula costos para poder terminarla; y el rey que
ve si puede salir a la guerra con un número de soldados en cifra menor de los
que cuenta el enemigo y busca arreglos previos, enviando una embajada con
ánimo de paz para salvar su ejército. Es interesante ver cómo las fuerzas del
discípulo se ejemplarizan con un proyecto de construcción y una acción bélica
sensata. Contra el mal. La disponibilidad del seguimiento está en la capacidad de
no confiar en los propios bienes u otras fuerzas personales. Un buen ejemplo es
Zaqueo y un mal ejemplo es el joven rico (Mt 19; Lc 18). Así, entonces, las
condiciones de un verdadero discípulo son: subordinar las relaciones familiares,
los bienes materiales y el propio ego, al seguimiento de Jesús.
¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios? ¿Quién es el
hombre que puede saber lo que Dios tiene dispuesto? ¿Quién conocerá tus
designios, si tú no das la sabiduría, enviando tu Santo Espíritu desde lo alto?
Sólo con esta sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y conocer
lo que te agrada. Sólo con esa sabiduría se salvaron Señor los que te agradaron
desde el principio” (Primera lectura Sab. 9,13-18).
LOS FRUTOS DE BAUTISMO.
Con la sabiduría de su ancianidad y discernimiento que da la experiencia del
crucificado resucitado, el Espíritu que actuaba en su interior por el bautismo
Pablo ofreció a su hijo engendrado en la fe Onésimo para que fuera discípulo-
hermano de Filemón de quien antes había sido su esclavo. Por tanto, si me
consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo” (segunda lectura).
“Nuestra vida es tan breve como un sueño, semejante a la hierba que florece y
despunta por la mañana y por la tarde se marchita y se seca. Enséñanos a ver lo
que es la vida (el seguimiento) y seremos sensatos. Llénanos de tu amor por la
mañana y júbilo será la vida toda. Haz Señor que tus siervos, puedan mirar tus
obras y tu gloria” (Sal 89