DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
LA TRANSPARENCIA CON LO AJENO.
La mayoría de las familias ricas de Palestina eran extranjeros que entregaban
sus propiedades a administradores de toda su confianza. Uno de ellos
malgastó los bienes de su patrón razón para perder su trabajo. Ante el
inminente despido no es capaz de buscar trabajo por su edad, ni pedir
limosna por vergüenza. Una de las cosas más difíciles para la condición
humana es bajar de nivel social en buena parte porque se afecta totalmente
el “ego” y la imagen personal de la familia “No tengo fuerzas para trabajar y
me da pena pedir limosna” (evangelio) Entonces el administrador convoca a
los deudores del dueño y en lugar de cobrarles lo que deben, así se quede sin
las ganancias que le corresponden, pero con tal que lo tengan en cuenta
cuando deje su trabajo. “Ya sé lo que voy a hacer para tener a alguien que
me reciba en su casa, cuando me despidan” (evangelio). El administrador, en
Palestina, tenía derecho a autorizar préstamos de lo propio de su amo; y
como no percibía sueldo aumentaba en el recibo la cantidad prestada para
beneficiarse de la diferencia. El despido fue por la mala administración más
que por las rebajas hechas a los deudores. “Es cierto lo que me han dicho de
ti que has malgastado todos mis bienes. Dame cuenta de tu trabajo porque en
adelante no serás administrador” (evangelio). En Lucas hay otros personajes
no menos ejemplares como el amigo inoportuno (11,5-8) o el juez inicuo
(18,1-8).
LIMOSNAS O FRATERNIDAD.
Quien elogió lo hecho por el administrador fue el patrón y no Jesús. Lo
elogiable no es la falta de ética sino la habilidad para salir de una situación
crucial previendo su futuro. “El amo tuvo que reconocer que su mal
administrador había procedido con habilidad.” “Pues los que pertenecen a este
mundo son más hábiles, en sus negocios, que los que pertenecen a la luz”
(evangelio) La parábola no trata de la ayuda a necesitados con dineros mal
habidos, como las equivocadas experiencias pastorales en la época del
narcotráfico. Jesús se está dirigiendo a la comunidad de discípulos que lo
siguen hacia la cruz, por lo tanto, no es un problema de limosnas blanqueadas
sino de acciones de fraternidad y comunión que fortalezcan la comunidad
cristiana con la memoria viva de las primeras comunidades cristianas “Todos
los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y
sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno…
partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez del
coraz￳n” (Hecho 2,44-46) “Escuchen esto los que buscan al pobre s￳lo para
arruinarlo y andan disminuyendo las medidas, aumentando los precios,
alterando las balanzas, obligando a los pobres a venderse, por un par de
sandalias los compran y hasta venden el salvado como trigo. El Señor, gloria
de Israel, lo ha jurado: No olvidaré jamás ninguna de estas acciones”
(Segunda lectura). “El levanta del polvo al desvalido y saca al indigente del
estiércol para hacerlo sentar entre los grandes, los jefes de su pueblo” (Sal
112). Los bienes que Dios entrega al creyente son para servir a los demás,
pero no se puede servir a Dios y al dinero, pues se odiará a uno y se amará al
otro, o se apegará al primero y se despreciará al segundo (Evangelio). “Lo
que se le exige a un administrador es que sea fiel (transparente)” (Cor 1,
4,2).
EL FUTURO DE LA HONRADEZ.
Quien sirve al dinero organiza su vida con valores opuestos al evangelio
perdiendo la posibilidad de ser más humano. Quien tiene la experiencia de
Jesús por la acción del Espíritu Santo en su corazón sabe más de humanidad
por su fraternidad, solidaridad y sensatez frente al dinero.
La vida diaria, según el evangelio, consiste en una serie de posibilidades
aparentemente pequeñas donde se juega la fidelidad en las cosas pequeñas
para serlo en las grandes; el que es injusto en lo insignificante, también lo es
en lo importante. “Si no fuisteis fieles en el dinero injusto ¿Quién os confiará
el verdadero? Si no fuisteis fieles con lo ajeno ¿quién os dará lo vuestro?
Gánense amigos que cuando ustedes mueran los reciban en el cielo”
(evangelio). Para esto, dice Pablo, “yo he sido constituido, digo la verdad y no
miento, pregonero y ap￳stol para ense￱ar la fe verdadera” (segunda lectura).
Pablo termina con una petici￳n: “Hagan oraciones, plegarias, súplicas y
acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de
Estado y demás autoridades para que podemos llevar una vida en paz,
entregada a Dios y respetable en todo sentido” (segunda lectura)
INFIELES EN LO POCO…
Los bienes que Dios entrega al creyente son para servir a los demás, pero no
se puede servir a Dios y al dinero, pues se odiará a uno y se amará al otro, o
se apegará al primero y se despreciará al segundo (Evangelio)
No estamos interesados en saber que la crisis social, política e incluso
religiosa de hoy tiene como raíz el poder seductor del dinero que termina
separándonos de Dios, o teniendo dos vidas paralelas: Una con prácticas
religiosas, aparentemente piadosas, y otra con el corazón inundado de la
ambición por tener más. Eso puede ocurrir en la religión, pero no en la fe.
Al mal administrador no se le pueden confiar los bienes que son para crear
fraternidad y comunidad; máxime cuando algunos de ellos son bienes de la
Comunidad. Pablo diría: lo que se le exige a un administrador es que sea fiel
(transparente)” (Cor 1, 4,2). Cuando esto no se cumple, la iglesia por una
misericordia mal entendida, ronda los límites de la impunidad, haciendo honor
al dicho de “caer parado”.
Padre Emilio Betancourt