DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
CÓMO SERVIR Y AUMENTAR LA FE.
En alguna oportunidad los discípulos le dijeron a Jesús: “Ensénanos a orar” (Lc
11), ahora le piden los ap￳stoles: “Auméntanos la fe” “Si tuvierais fe como un
grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro, arráncate y plántate en el
mar, y os habría obedecido” (Evangelio). Pablo nos comparte esta experiencia:
“Aunque yo tuviese la fe capaz de trasplantar monta￱as si no tengo amor yo no
soy nada” (1 Cor 13,2)
Por pequeña o grande que sea nuestra fe quien actúa es Dios; entonces lo que
importa es creer que Dios puede; y que en lo aparentemente imposible no se
necesita más fe que la de un grano de mostaza. En otras palabras, cuando
dejamos obrar el Espíritu del Resucitado en nuestro corazón no hay nada
imposible para Dios. Lo único que tenemos que hacer es, con nuestra libertad,
quitar los obstáculos, particularmente el “ego”, para que actúe el Espíritu, esto
es más preciso que leer el texto como una evaluación que Jesús quiere hacer
sobre la fe.
BASTA SERVIR
En este contextos comprenderemos mejor la misión de evangelizar desde la
parábola del siervo inútil construida en tres momentos: El primero ¿Hay alguno
de vosotros (los oyentes) qué le diga al siervo, al llegar de su trabajo, que se
siente a la mesa que ustedes le van a servir? El segundo describe la actitud del
patrón que le pide al siervo organizar la mesa y la comida y sólo después que
coma y beba el patr￳n “comerás y beberás tú”. En el tercer momento ¿Debe el
dueño agradecer al siervo, aunque haya cumplido con sus deberes? La respuesta
es negativa porque al siervo podría bastarle haber cumplido con su misión de
servir sin requerir de mayores gratitudes. En la Iglesia los creyentes servimos a
la evangelización en una misión que a diario nos supera; máxime en esta cultura
de indiferentismo, cuando los obreros disminuyen. La responsabilidad en el
servicio de la evangelización excluye títulos honoríficos, exigencias u ofertas de
reconocimiento de la iglesia o condecoraciones por el testimonio de vida. En el
evangelio de hoy el siervo se convierte en “vosotros-nosotros” porque es una
crítica a la religión judía y a la religión natural nuestra, que busca en las buenas
obras el mérito a la salvaci￳n por ser buenos ante Dios. “Así también ustedes,
cuando hayan cumplido todo lo que les he mandado, digan: No somos más que
siervos, s￳lo hemos hecho lo que teníamos que hacer” (evangelio). Somos, en la
fe, servidores y no jefes a quienes nos tengan que servir. “No he venido a ser
servido sino a servir” dice Jesús es uno de los principales temas de su despedida
(Lc 12,35-37, Jn 13,2-16).
RECORDAR CÓMO SERVIR .
En términos de servicio Pablo le recuerda a Timoteo todo cuanto recibió y el
compromiso con ese tesoro testamentario “Querido hermano te ruego que
reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos; porque el
Señor no nos ha dado un espíritu de temor sino de fortaleza, de amor y de
moderaci￳n… comparte conmigo los sufrimientos de la predicaci￳n del evangelio,
sostenido por la fuerza de Dios. Conforma tu predicación a la sólida doctrina que
recibiste de mi acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo
Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo que habita en
vosotros. (segunda lectura).
“Puede ser que todo esto sea todavía una visi￳n de algo lejano, pero que viene
corriendo y no fallará; si se tarda espéralo, pues llegará sin falta cuando el justo
viva por su fe y el malvado terminará sin remedio” (primera lectura) Hagámosle
caso al se￱or que nos dice: “No endurezcan el coraz￳n como el día de la rebeli￳n
en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis
obras; Se￱or que no seamos sordos a tu voz” (sal 94)