DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
“TODA CAUSA JUSTA ES CAUSA DE DIOS”.
“En aquel tiempo, para ense￱ar a sus discípulos la necesidad orar siempre y
sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola”
La parábola de hoy es un relato fácil de entender por la diferente actitud de
los dos personajes centrales: Un juez desalmado que no temía a Dios ni
respetaba a los hombres, poniéndose al margen de la alianza del Sinaí que
exigía el respeto a Dios y el cuidado de los hermanos. Los jueces que Dios le
había dado a Israel para organizarse en la tierra prometida contaban con su
Espíritu para hacer justicia a los pobres. A pesar de sus obligaciones morales
se dejaron sobornar con dinero y reconocimientos; aunque nunca faltaron a
Israel los profetas de la alianza con la denuncia permanente a los jueces “Tus
jueces, revoltosos y aliados con bandidos; cada cual ama el soborno y se va
tras los regalos; al huérfano no le hacen justicia y el pleito de la viuda no
llega hasta ellos… Voy a volver a tus jueces como eran al principio y tus
consejeros como antaño para que te sigan llamando Ciudad de Justicia Villa
de Lealtad. Sion por la equidad de sus jueces será rescatada con sus pobres
por la justicia” (Si 1,23ss).
UN JUEZ SIN MOLESTIAS.
Pasó mucho tiempo sin que el juez de nuestro texto se diera por enterado de
su responsabilidad profesional y ética con los ruegos de la viuda hasta que en
su egoísmo de no mortificarse y para “quitarse el problema de encima, hizo
justicia”. Tengamos en cuenta que no se trataba de una viuda en particular
buscando dinero o un pequeño servicio sino de un derecho humano como lo
llamamos hoy “hazme justicia frente a mi adversario”. Todo esto la constituy￳
en memorial hacia el futuro de miles de víctimas utilizadas, pero no
reconocidas, elogiadas, pero sin reparación; y abusadas por la publicidad
política de turno con promesas de dinero; sumadas a la multitud de personas,
sobre todo pobres, a quienes su problema humano quedó como expediente
irremovible; sin reconocer que las victimas de todo orden tienen derechos y la
justicia su respectiva función, porque toda causa justa es la causa de Dios. El
evangelio no cuenta más detalles a lo mejor por respeto a la institución
judicial judía, inmoral bajo el punto de vista religioso y atemorizada por el
imperio usurpante que era Roma; quien perseguía a los judíos como
traidores, aunque ambos tenían como primordial relación el pago y recepción
de los impuestos para continuar sus tradicionales creencias religiosas a Yahvé
al mismo tiempo que el culto al emperador como un dios convertido en ídolo.
EN LAS DIFICULTADES HAY QUE ORAR
Lucas quiere ir más allá de la crítica de la justicia para insistir en la petición,
oración constante y sin desfallecer de la viuda; así el juez haya hecho justicia
por conveniencia personal.
En medio de la incertidumbre a la que nos ha llevado la política de intereses
particulares con apariencias de necesidades nacionales, no podemos bajar los
brazos porque estamos rodeados de amalecitas, enemigos todos de la paz
para Israel. “Josué cumpli￳ las ￳rdenes de Moisés y sali￳ a pelear contra los
amalecitas seguidores de Amale. Moisés Aarón y Jur subieron a la cumbre del
monte, y sucedió que, cuando Moisés tenía las manos en alto, dominaba
Israel, pero cuando las bajaba, Amale ganaba. Cuando Moisés se cansó sus
compañeros lo hicieron sentar sobre una piedra y colocándose a su lado le
sostenían los brazos. Así Moisés pudo mantener en alto las manos hasta la
puesta del sol; entonces Josué derrot￳ a los Amalecitas” (Primera lectura).
Jesús oraba toda una noche en definitiva para saber que quería Dios de él.
¿Qué querrá Dios de nosotros, hoy?
Padre Emilio Betancourt