XXX TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
SÓLO UNO ORABA EL OTRO SE JUSTIFICABA
Desde el principio Lucas nos advierte que este texto es una parábola, para
precavernos de una estigmatización, es decir, que no todos somos
absolutamente fariseos o exclusivamente publicanos. Se trata de dos
actitudes diferentes pero que les gusta, por acción del demonio, convivir para
ser por momentos o al mismo tiempo, fariseos con chispazos publicanos o
publicanos con tendencias farisaicas. El significado y énfasis de una parábola
depende en buena parte del interior que la reciba.
VIUDA Y PUBLICANO
El domingo pasado nos encontramos ante un juez irresponsable con su
profesión y una viuda que nunca dejó de pedirle justicia para su enemigo; el
corazón de la viuda de ayer es el mismo del publicano de hoy, de pie, pero a
distancia del fariseo. La viuda tiene que humillarse ante un juez injusto, y el
publicano tiene que cargar con una mala reputación, así tenga mucha plata
mal habida, que no es una menor o peor pobreza. No era ninguna honra estar
al servicio y ser colaborador con el ocupante, Roma; a quienes los publicanos
pagaban primero y después cobraban sobre tasas a los judíos; en eso
consistía su negocio, gozando con las reformas tributarias del estado opresor.
UNO ENALTECIDO Y EL OTRO HUMILLADO
Cuando el publicano pedía perdón y se golpeaba el pecho estaba en lo cierto y
era justificado: “La oraci￳n del humilde atraviesa las nubes, y mientras el no
obtiene lo que puede, permanece sin descanso, y no desiste, hasta que el
Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia” (Primera lectura). Entre
tanto, El fariseo no oraba, sino que se contemplaba a si mismo con
sentimientos de satisfacción ególatra. El uno recibió más de lo que esperaba y
el otro no esperaba nada con lo que decía: “Dios mío te doy gracias porque no
soy como los demás hombres: ladrones, impuros y adúlteros. Tampoco soy
como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas
mis ganancias... El publicano en cambio se quedó lejos y no se atrevía a
levantar los ojos al cielo… Dios apiádate de mí que soy un pecador”
(Evangelio). El uno salió enaltecido y el otro se fue humillado. El primero es
un mal ejemplo que está en la línea del juez injusto, el segundo pertenece a
la familia espiritual de la viuda despreciada por la ley y agobiada por su
adversario.
La suficiencia es un imaginario por creerse más de lo que uno es, ser sencillo
es tener los pies en tierra teniendo conciencia de su propia realidad. El
suficiente pierde la posibilidad de contar en la vida con los valores de los
demás porque se basta a sí mismo. “El Se￱or es un juez que no se deja
impresionar por apariencias, ni cree en la ilusión de nuestras inocencias. No
menosprecia a nadie por ser pobre y escucha las súplicas del oprimido”
(Primera lectura)
¿DONDE ESTA EL SECRETO?
“Ahora solo espero la corona merecida, con la que el Se￱or justo juez, me
premiará en aquel día; yo solamente a mi sino a todos aquellos que esperan
con amor su glorioso advenimiento… El Se￱or me seguirá librando de todos
los peligros y me llevará a salvo al reino celestial” (segunda lectura). “El
Señor no está lejos de sus fieles, y levanta a quienes sufren. Salva el Señor la
vida de sus siervos, no morirán quienes en él esperan” canta el Salmo (33).
La razón por la cual el fariseo no fue justificado por Dios la encontramos al
final del texto: “porque todo el que se enaltece será humillado y el que se
humilla será enaltecido” (evangelio)
Padre Emilio Betancourt