28 de Octubre; santos Simón y Judas Tadeo: Lc 6, 12-19
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de dos apóstoles: San Simón, llamado zelote o
cananeo, y san Judas Tadeo. Parece ser que eran hermanos y eran primos de Jesús.
De san Simón poco conocemos. Para diferenciarlo de san Pedro, que se llamaba
también Simón, le llamaban “zelote”, quizá por pertenecer al grupo de los
conservadores, y también “cananeo”, quizá por ser de Caná. De san Judas Tadeo
conocemos un poco más. Tiene una carta del Nuevo Testamento, donde dice ser
familiar cercano de Jesús. En esa carta defiende la fe contra los que no la tienen y
ataca a los que teniéndola no hacen obras buenas. Lo más famoso de san Judas
Tadeo es cuando en la Ultima Cena le pregunta a Jesús por qué sólo se manifiesta a
ellos y no al mundo. Con esta pregunta manifiesta un alma grande que se preocupa por
todos. Fue la ocasión para que Jesús nos diera una gran respuesta, diciendo que se
manifestará a todo el que le ama, de tal manera que vendrá a morar en esa persona
juntamente con su Padre celestial.
El evangelio de hoy nos trae la elección de los 12 apóstoles, donde aparecen juntos
san Simón y san Judas Tadeo. Esta elección fue muy importante en el proceso de la
evangelización de Jesús. Por eso se pasó la noche en oración. Con ello nos enseña
que las cosas grandes en la vida hay que prepararlas con mucha unión con Dios, sobre
todo cuando hay que hacer una elección importante y trascendental en nuestra vida. La
respuesta de Dios la sentiremos en la paz interior que suele dar, juntamente con los
deseos de hacer el bien, y que es uno de los frutos del Espíritu Santo. Para Jesús se
trataba de pedir acierto en la elección. En ese momento aquellos hombres eran los más
aptos para predicar el reino de Dios. Sin embargo, como Dios no nos fuerza, sino que
nos presenta con amor su plan para seguirle, podemos fallar por nuestra rebelde
libertad, como pasó entre los apóstoles con Judas Iscariote.
La fiesta de estos dos apóstoles nos debe ayudar a enraizarnos más en la Iglesia, que
es Cuerpo Místico de Cristo, invisible en su parte más espiritual, pero visible en los
apóstoles y sus sucesores. Hoy nos dice san Pablo en la primera lectura: “Habéis sido
edificados sobre el fundamento de los apóstoles”. Ciertamente que cada uno tiene la
gracia según la medida de Cristo y que Dios podía haber hecho maravillas muy
diferentes en la organización de su Iglesia, actuando como de manera mágica; pero
quiere que nos salvemos ayudándonos unos a otros. Por eso en este mundo debe
haber una cierta organización externa. No quiere decir que los pastores sean los más
santos; pero sabemos que el seguirles es una garantía de ir por el buen camino. Jesús,
para extender el Reino de Dios, escogió a 12 apóstoles, que no eran la maravilla del
mundo, sino personas sencillas, que durante unos años pudieron aprender las
enseñanzas de Jesús, recibiendo luego el fuego del Espíritu Santo. Después ellos
mismos se preocuparon de tener ayudantes y sucesores.
No conocemos la vida posterior de san Simón y san Judas Tadeo. Parece ser que,
como Jesús les llamó juntos, siendo de su familia, juntos siguieron predicando y juntos
dieron su vida por defender la fe que predicaban. San Judas Tadeo ahora es más
famoso, pues parece que Dios le ha concedido un poder especial en distribuir muchos
favores del cielo. Muchos son los devotos que tiene y muchos los beneficios que se
cuentan. En una de las revelaciones de santa Brígida aparece ya la gran protección de
san Judas Tadeo. Tadeo significa: “valiente para proclamar la fe”. Y Simón significa:
“Dios ha oído mi súplica”. Que estos dos santos nos ayuden a confiar en sus
sucesores, que son los obispos, para que así, siguiendo sus enseñanzas, podamos ser
fuertes en la fe y, como decía san Judas Tadeo, confirmemos con nuestra buenas
obras, que es cierta esta fe y que estamos dispuestos a seguir por el verdadero camino
de la salvación.