ZAQUEO Y JESÚS
Domingo 31º del Tiempo Ordinario. C
“Se￱or, tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes; cierras los ojos a
los pecados de los hombres, para que se arrepientan”. Con estas palabras del libro de
la Sabiduría, que se leen en la celebración de la Eucaristía de este domingo (Sab
11,23), se pregona la misericordia de Dios con los pecadores.
El texto continúa recordando que Dios ama a todos los seres y no odia nada de
lo que ha hecho. Así que el perdón corresponde a su providencia, que abarca todo lo
que él ha creado. Al corregirnos, Dios nos muestra su amor y nos revela la fuerza de
su espíritu.
Oportunamente el salmo responsorial nos recuerda que “el Se￱or es clemente y
misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad” (Sal 144,8).
Ni los recuerdos del pasado, ni el miedo a un futuro impensable podrán
hacernos “perder la cabeza”, como advierte san Pablo a los cristianos de Tesal￳nica
(2 Tes 2,2).
LA HOSPITALIDAD
El evangelio de Lucas, que tanta importancia concede a los pobres y a los
pecadores, nos ha presentado también a algunos ricos insensatos. Hoy nos invita a
presenciar el encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc 19,1-10). También él es un hombre
rico. Y en cuanto publicano es considerado pecador. Pero Zaqueo rompe todos los
esquemas.
• Zaqueo tiene curiosidad por conocer a Jesús. Ese deseo lo lleva a salir al
camino y a superar esa dificultad de ser bajo de estatura. Como Dios buscó a Adán
entre el follaje del paraíso, Jesús descubre a Lázaro entre las ramas de un árbol.
• Zaqueo desea conocer a Jesús, pero Jesús desea hospedarse en la casa de
aquel pecador. Un encuentro de deseos, que lleva al publicano del “ver” al “acoger”
con alegría. Si Zaqueo nos recuerda a Adán, también nos recuerda la hospitalidad de
Abrahán.
• Zaqueo ha pasado una vida defraudando a los demás, pero decide ahora
compartir sus bienes con los pobres. Y se aplica a sí mismo el castigo que David
decretaba contra el malvado que se apropiaba de la oveja de su vecino.
LA SALVACIÓN
Las palabras que Jesús pronuncia ante el gesto de Zaqueo son un verdadero
evangelio de la misericordia:
• “Hoy ha sido la salvaci￳n de esta casa”. El mismo evangelio ha presentado a
otro publicano que bajó justificado del templo (Lc 18,14). La salvación no viene por
los ritos, sino por la misericordia que el hombre recibe de Dios y por la misericordia
que él mismo practica.
• “También este es hijo de Abrahán”. No basta con presumir de ser hijos de
Abrahán según la sangre como pretendían los que escuchaban al Bautista (Lc 3,8).
Hay que llegar a ser hijos de Abrahán, aceptando a Dios como Señor y practicando
una hospitalidad generosa
• “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Jesús
había dicho eso mismo, sentado a la mesa del publicano Mateo o Leví, que había
escuchado su invitación a seguirle (Lc 5,32). También el hijo pródigo se había
perdido pero fue encontrado.
- Señor Jesús, te damos gracias porque te acercas a nosotros y nos das la
oportunidad de acogerte al hospedar a nuestros hermanos más despreciados y
marginados. Amén.
José-Román Flecha Andrés