DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
Homilía del P. Sergi d’Asís Gelpí, monje de Montserrat
16 de octubre de 2016
Ex 17,8-13 / 2 Tim 3,14 a 4,2 / Lc 18,1-8
Estimados hermanos,
No sé quién decidió el punto donde se acabaría cada trozo de Evangelio que leemos
en la Misa. Pero en el caso de hoy, pienso que lo acertó de lleno. Se termina con una
pregunta que te deja sin respuesta: "cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará
esta fe en la tierra?". Es una pregunta que genera cierta inquietud porque... ¡quién
sabe qué pasará!
Además, ¿qué significa exactamente eso de sí "¿encontrará esta fe en la tierra?" Fe
¿en qué? O ¿fe en quien? Alguien podría decir: "Fe en Dios", claro. Pero, ¿en qué
Dios?
En relación a esta pregunta de qué Dios, hace años salió una película que me parece
interesante: "Como Dios" (en inglés "Bruce Almighty"), protagonizada por Jim Carrey y
Morgan Freeman. Los que la han visto, sabrán que es una comedia.
Pero más allá de si la película es entretenida, detrás hay una intencionalidad de
plantear qué imagen de Dios tenemos. Y por tanto, en qué Dios tenemos puesta la fe.
El mismo director, en una entrevista que le hicieron, se presentaba como cristiano,
hombre de oración y lector asiduo de Thomas Merton. Y reconoció que con esta
película había querido hacer una parábola moderna, y con sentido del humor. El
mismo Jesús hizo parábolas con sentido del humor.
Pues bien, en este película vemos en Bruce, un hombre que está bastante fastidiado
con la vida que lleva y con las cosas que no le van bien. Y se queja a Dios de su
situación. Entonces recibe una serie de señales misteriosas que lo llevan hasta un
edificio muy curioso donde se encuentra con Dios cara a cara.
Dios, viendo que está tan quejoso, le da sus mismos poderes. Pero le dice que debe
respetar dos reglas: la primera, que no diga a nadie que es Dios; y la segunda, que
respete la libertad de las personas para hacer lo que quieran.
De entrada, este hombre (¡lógicamente!) no sale de su asombro. Y empieza a hacer
milagros para que las cosas le salgan exactamente como él quiere. En una primera
etapa, pues, hay una concepción de Dios como un mago, como alguien a quien le
gusta romper las leyes de la física para hacer milagros. Una concepción utilitarista de
Dios: yo te pido lo que sea, y tú me lo concedes. Si lo haces como yo quiero, somos
amigos. Si no, no creo en ti. ¿Es este nuestro Dios?
El caso es que, en cuanto a Bruce, esto termina siendo un desastre. Porque las cosas
que son buenas para él a menudo son inconvenientes para otros, o tienen efectos
secundarios que afectan a otras personas.
A medida que avanza la película, Bruce va aprendiendo a no centrarse tanto en sí
mismo, y ayudar más a los demás. Ahora sería largo de explicar.
Pero hay un momento bastante clave en su camino: él intenta, con los poderes que ha
recibido, que la chica a la que pretende (Grace) le haga caso. Y le contraría mucho ver
que no es así, y que no puede forzar la voluntad de la Grace (si lo recordáis, era una
de las dos reglas que Dios le había impuesto: respetar la libertad de los demás).
Entonces va a encontrar a Dios y le muestra su desconcierto: ¿por qué no puede
conseguir que ella se enamore de él? ¿Por qué no puede conseguir este milagro? Y la
respuesta de Dios es clara: "¡Sé tú el milagro!".
Y a partir de ese momento en Bruce hace un cambio para aprender a mirar a los
demás con otros ojos. Ya hacia el final de la película, Bruce tiene un último encuentro
con Dios. Dios, en una escena muy entrañable (y nada cómica) le pregunta: "¿qué te
importa? ¿Qué te importa de verdad? ". Y Bruce dice: "Grace". Pero, para sorpresa de
él, el centro ya no es que ella le quiera, sino que sea feliz. Dice: "Quiero que pueda ser
feliz. No importa lo que implique. Y que encuentre alguien que la trate con todo el
amor. Alguien que la vea como yo la veo ahora, con tus ojos”.
Hermanos, la oración de este personaje ha ido transformando su mirada y su relación
con el mundo. De un dios que le resolviera las cosas ha pasado a un Dios que le ha
hecho darse cuenta de los dones que ha recibido para ponerlos al servicio de los
demás. Y finalmente, este personaje aprende a mirar con los ojos de Dios, con los ojos
del Amor. Dios lo ha ido trabajando a través de la oración.
Volvamos al principio: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la
tierra?". ¡Creo que sí! Que encontrará personas que se habrán dejado trabajar por
dentro, personas que mirarán a los otros con los mismos sentimientos que Jesús,
personas que mirarán con los ojos de Dios.
Pero Jesús no hace esta pregunta para probar si somos videntes y capaces de
adivinar el futuro. Nos la hace para que desde ahora trabajemos para que esto sea
realidad. Y para que cada día aprendamos más a mirar la realidad con los ojos del
Amor.
Y la oración, y esta Eucaristía que compartimos, es un buen camino para irnos
acercando a ello.
Que así sea.