«LA BIBLIA Y EL CALEFÓN»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 32º domingo durante el año
[6 de noviembre 2016]
Así como ocurría en la época de Jesús, actualmente también nos encontramos con una invasión de propuestas
religiosas que toman aspectos de la fe cristiana y los mezclan con esoterismo, ocultismo, magia, pseudo-
psicología, curandería o «ciencias alternativas» y sin problemas siguen denominándose cristianas o católicas.
El texto del Evangelio de este domingo (Lc 20,27-38), nos habla sobre uno de los temas centrales de nuestra fe:
«La resurrección». El Señor responde a los saduceos que la negaban: «Que los muertos van a resucitar, Moisés lo
ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Todos en efecto viven para él» (Lc 20,37-38).
San Juan Pablo II en la carta «Novo Milennio Ineunte», nos señala la importancia de contemplar en este inicio de
milenio, el rostro de Cristo resucitado: «esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de
crucificado. ¡Él es el resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (1 Cor 15,14)...
Después de dos mil años de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedido hoy. En el rostro
de Cristo, ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría... La Iglesia animada por esta experiencia, retoma hoy
su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio: Él es el mismo ayer, hoy y siempre»
(N.M.I. 28).
Con frecuencia nos encontramos con algunos que se manifiestan cristianos, pero por desconocer la centralidad de
la Resurrección para la fe, creen en la reencarnación o sea en que su espíritu vivió en otras personas u otros seres
vivientes, en diferentes épocas del pasado y se encaminan a vivir otras vidas en el futuro. Sin darse cuenta que la
reencarnación no es compatible con la revelación cristiana y con la resurrección. Otros, erróneamente, le ponen el
nombre de ecumenismo o espíritu amplio a aceptar cualquier propuesta supersticiosa o sincretista (mezcla de
todo). El ecumenismo es un camino de comunión muy importante, querido por Dios y que hemos iniciado los
cristianos, que no intenta una mera unificación mezclando todo, sino que busca la profundización de la verdad y
del misterio de Dios. Es uno de los grandes desafíos para los cristianos, pero también es cierto que muchos
confunden eclecticismo con ecumenismo.
Hace algún tiempo la Comisión Episcopal de Fe y Cultura emitió un documento llamado «Frente a la Nueva Era».
La lectura del mismo es importante porque aclara que este fenómeno cultural posmoderno, se refiere a lo religioso
pero «lo vacía de trascendencia» y por lo tanto no cree en la vida eterna y menos en la Resurrección, tema que el
Señor subraya en el texto bíblico de este domingo. Dicho documento nos dice: «Como hemos indicado, la Nueva
Era no se presenta propiamente como una religión, busca ponerse por sobre las religiones, por sobre la división
que significan los diversos credos, para profesar el culto de la unidad. Se habla propiamente de técnicas de
oración: de un “desarrollo crítico”, de potenciar las “dimensiones espirituales” del hombre, de un cosmos donde la
“ley suprema es el Amor”. En el caso particular de nuestro país, sus difusores más fervorosos se manifiestan
públicamente y sin ningún reparo como católicos, y se alude reiteradamente a figuras culturalmente distintivas de
lo católico, como la Madre Teresa de Calcuta o el mismo Santo Padre» (5). Todo esto provoca en el Pueblo de
Dios confusión e interrogantes por poner todo en un paquete: la fe católica, los seres y astros extraterrestres, las
flores de Bach, la reencarnación, la invocación a entidades misteriosas, la adoración a la diosa Gaia. Últimamente
celebraciones ligadas a la brujería.
Los cristianos estamos convencidos de que Cristo es el Señor de la Historia y de que en Él encontramos todas
nuestras respuestas. El texto del Evangelio de este domingo nos habla sobre la resurrección, al igual que la primera
lectura del segundo libros de los Macabeos. La resurrección del Señor es un tema central para los cristianos, que
debe impregnar nuestra cotidianidad y sostenernos en la esperanza. Por esta certeza sabemos que, aún en medio de
tanta incertidumbre y desorientación en nuestro tiempo, tenemos la seguridad de que tiene sentido buscar caminos
nuevos, que impliquen la participación y el protagonismo comprometido en nuestra historia, porque en definitiva
la Vida triunfa sobre la muerte.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas