32ª semana del tiempo ordinario. Martes: Lc 17, 7-10
Hoy les dice Jesús una parábola a los apóstoles en plan de pregunta. Como la
mayoría de las parábolas, tiene expresiones que se nos hacen extrañas y hasta que
chocan un poco con nuestra manera de vivir. Esto se debe a que Jesús al hablar se
basa en las costumbres de entonces, de modo que los oyentes no se extrañan de la
dureza o severidad de aquel amo. Jesús busca dar un mensaje, que no es la actitud del
amo, sino cuál debe ser nuestra actitud respecto a Dios. En este caso el amo es Dios,
sin poner en ello el acento. Porque cuando Jesús nos describe cómo es Dios, siempre
le pone como el Padre más amable, que hasta se pone a servir a aquellos criados que
cumplen con lo que tienen que hacer. Hoy nos habla de la actitud de los siervos.
Jesús aquí, como en tantos lugares del evangelio, les está diciendo que la actitud
ante Dios no debe ser como la de los fariseos. Otras veces les ha hablado de la
hipocresía. Hoy les quiere decir que los fariseos, por el hecho de que hacen muchas
obras de religión, aunque sólo sea externamente, se creen que tienen un derecho
sobre Dios, como que Dios les debe algo, o como que han hecho un favor a Dios. Y se
sienten orgullosos por ello en la oración. Son algo así como niños que sólo hacen sus
deberes si les dan un premio, o se parecen al hermano mayor del hijo pródigo que se
queda en casa haciendo su deber, pero no por amor al padre, sino esperando la
recompensa. Seguramente, cuando se escribía este evangelio, había grupos de
cristianos, provenientes de los judíos, que seguían teniendo esta mentalidad.
Hoy nos dice Jesús que no tenemos que ser exigentes, sino agradecidos porque
todo es gracia de Dios. Si somos criaturas de Dios, lo mejor para nosotros es cumplir la
voluntad de Dios. Nuestra naturaleza nos induce a ser un poco esclavos. Unos lo son
del dinero o del poder o del trabajo, etc. La mejor esclavitud es hacia Dios, pues
sabemos que ese Dios es también Padre y amigo. Nuestra felicidad por lo tanto será
cumplir en todo su voluntad. Sentirnos como esclavos o servidores de Dios es la actitud
que tenía la Virgen María al decir: “He aquí la esclava del Se￱or”. Siente que es lo más
grande que puede hacer. Es la postura de humildad ante Dios, sabiendo que todo lo
bueno que tenemos nos lo ha dado Él. Es la postura de los “humildes de coraz￳n”, a
quienes Jesús llama “bienaventurados”. Es la postura de quien sabe que ha cumplido
con lo que tiene que hacer. Por eso debe preocuparse de conocer la voluntad de Dios.
Hay personas que se creen “héroes” porque han hecho las cosas sencillas que
deben hacer: ser puntuales en los compromisos, respetar las señales de tráfico, hacer
los deberes del colegio... Algunos se creen héroes en la religión porque van a misa los
domingos o cumplen los mandamientos. Hagámoslo y sintámonos sencillos ante Dios,
porque hemos cumplido con el deber. Después vendrá Dios, que no va a decirnos con
seriedad: Has hecho lo que tenías que hacer; sino que Jesús dice que nos dirá: “Venid,
benditos, al banquete eterno”. Seguirá siendo Padre por toda la eternidad.
Hay gente que cree no tener que agradecer nada a nadie, porque todo se lo debe a
su propio esfuerzo. En realidad deben a Dios la vida, el entendimiento, el vigor para
trabajar. Reconocerlo es el primer deber respecto a lo que debemos hacer. Luego
trabajar según vamos aprendiendo cuál es la voluntad de Dios sobre nuestra vida,
nuestros ideales, nuestro trabajo. No se trata de hacer grandes cosas, sino de hacer
esas cosas siguiendo el camino que Dios nos va enseñando. Hoy nos enseña que todo
eso no lo debemos hacer por esperar un aplauso, aunque Dios sí nos aplaude, sino
porque ese es nuestro destino que, por venir de parte de Dios, es al mismo tiempo
nuestra felicidad. Una buena madre, cuando atiende a su hijo enfermo, no lo hace
porque este hijo la premie, sino por amor. He aquí últimamente el móvil de todos
nuestros actos. Si Dios nos ha dado tanto por amor, de una manera gratis ¿No
estaremos nosotros dispuestos a corresponder aunque fuera gratis?