9 de Noviembre. Dedicación de la Basílica de Letrán: Jn 2, 13-22
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la dedicación o consagración de la basílica de
Letrán, que es la catedral de Roma. En la Iglesia tiene bastante importancia, porque al
celebrar la catedral de Roma, quiere que estimemos no sólo todas las catedrales sino
también todos los templos de nuestras comunidades cristianas católicas.
La basílica de Letrán comienza en los tiempos del emperador Constantino. Este
emperador, con la influencia de su madre santa Elena, el año 313 había promulgado un
decreto dando plena libertad a los cristianos para manifestar externamente su fe. La
esposa de Constantino, Fausta que era cristiana, poseía en Roma un gran palacio que
había pertenecido a la familia Laterani. Deseando celebrar el papa Melquíades un
sínodo con muchos obispos, Fausta le cedió este palacio para el evento. Al poco
tiempo murió Fausta y el emperador Constantino regaló este palacio al Papa, que ya
era Silvestre I. Además el emperador, en los grandes jardines que tenía el palacio,
mandó construir una gran basílica para que fuese sede del papa y catedral de Roma.
La consagraci￳n fue el 9 de Noviembre del a￱o 324. El nombre del “Divino Salvador”
proviene, dicen unos que porque con ese nombre se consagró. Otros dicen que
procede de cuando en el año 787 se volvió a consagrar y una imagen del Divino
Redentor sangró por los golpes de un judío. Se la conoce más con el título de san
Juan, porque había dos altares importantes dedicados a san Juan Bautista y al
Evangelista y sobre todo por el hermoso baptisterio en honor de san Juan Bautista.
Con esta basílica cambió el concepto de templo cristiano, ya que los templos
paganos en Roma eran pequeños, pues no eran para reunión de la gente, sino sólo
para morada de los dioses o ídolos. Algo parecido pasaba en el templo de Jerusalén,
pues en lo más sagrado s￳lo estaba el “arca de la alianza”, símbolo de la presencia de
Dios y sólo entraba un sacerdote. Toda la gente con sus ofrendas estaba en los patios.
En cambio en los templos cristianos, además de la presencia de Dios y de la presencia
real de Jesús en la Eucaristía, se reúne el pueblo cristiano para orar. Por eso no se
pudieron cristianizar los templos paganos, sino que se usaron las basílicas. Estas eran
unos edificios grandes, que servían para ventas, tribunales o política: actos grandes
presididos por el rey. De ahí su nombre, pues rey en griego se llama “basileus”.
El evangelio de este día habla de la expulsión de los comerciantes en el templo por
parte de Jesús. El comercio allí se veía como normal, pues al tener la gente que ofrecer
animales, se les facilitaba la venta allí mismo y podían pagarlo mejor con la moneda del
templo. El hecho es que Jesús ve que la ofrenda a Dios se ha convertido en un negocio
y que todo ello es un gran impedimento para que la gente sencilla pueda acercarse a
Dios por medio de la oración. Así al Dios de Israel, que ama a su pueblo, y sobre todo a
los pobres y sencillos, le han convertido en un dios lejano y exigente, que parece estar
más con los ricos que pueden dar ofrendas mejores. Por eso Jesús tuvo esa reacción
fuerte: para poder dejar un poco más claro que el Reino de Dios es de amor y de un
culto y oración más interior, muy diferente de todo ese tinglado y negocio que habían
montado aquellos sacerdotes y jefes que sólo se preocupaban por enriquecerse.
De hecho el templo no es totalmente necesario para estar con Dios, ya que lo
importante es adorarle “en espíritu y verdad”. También nosotros somos templo de Dios,
pues en aquel que ama a Dios habita la Santísima Trinidad. Pero el templo externo es
muy conveniente, porque necesitamos expresar nuestra fe de una forma externa. El
templo además representa a Jesucristo, que es la “imagen del Padre”; y en la mayoría
de los templos habita Jesús, hombre y Dios, de una manera real en la Eucaristía. Por
eso al estimar el templo, procuramos que sea artístico y hermoso, y lo adornamos, para
sentirnos a gusto cuando estamos juntos y para demostrar nuestro amor a Jesucristo, a
su madre, la Virgen María, y a algunos de sus siervos que están en el cielo.