DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
HOY TENEMOS MÁS CARISMAS QUE MILAGROS
Nos encontramos en el 450 a.C. Cuando a Israel lo inundaban la
desesperanza religiosa y el agobio social; ni los sacerdotes del tempo tenían
razones para celebrar, solo cantaban lamentaciones de murmuraci￳n: “nos ha
olvidado Dios ¿por qué quienes obran el mal tienen más éxito que los justos?”
Malaquías quiere poner las cosas en su punto: “De los que obran el mal no
quedará ni rama, ni raíz, pero a quienes obran con honradez, creyendo en el
Señor, les brillará el sol de justicia trayendo la salvación en sus rayos”
(primera lectura) La misión de Malaquías era reafirmar la fe en el Dios de la
alianza (fe-justicia) a pesar de la debilidad y peque￱ez del “resto” fiel en la
persecución de los pueblos vecinos.
¿QUIEN ES MALAQUIAS HOY?
Malaquías es toda familia que en su interior quiere combatir el consumismo o
el materialismo con todas sus secuelas llegando hasta la pornografía y la
droga. Malaquías es todo creyente quien vive desde el culto la fe y la justicia
social y tienen más fuerza moral que poder de dinero. Malaquías son todos los
jóvenes, mujeres y hombres, que contracorriente mantienen en sus corazones
el tatuaje de los valores.
Pero no es Malaquías sino Jesús en labios de Lucas quien piensa en el futuro,
pero siendo responsables del presente. Aceptamos en la fe la profecía del
futuro que nos narra Lucas; pero….
CUIDEMOS LOS SIGNOS.
El fin del año litúrgico y la última etapa de la subida a Jerusalén, nos permiten
mirar nuestro futuro, pero con los pies en la tierra; porque si el fin no ha
llegado los signos se manifiestan diario; máxime ahora cuando hay más
carismas que milagros. Es como si la meta estuviese ya presente entre
nosotros; los signos alargan la estrechez de nuestro presente y nos hacen
presente el futuro y el pasado a través de la memoria. Los signos son el
fundamento de la fe. El primer signo del futuro que yace en el corazón está en
LA PALABRA –PROFECÍA que origina la fe y mantiene viva la esperanza. La
palabra es el Espíritu y el Espíritu es palabra en mí y en los otros. El signo de
la comunidad, vivida en comunión con la iglesia, nos permite pregustar ahora
lo que luego se nos dará en plenitud. El signo del sufrimiento propio y ajeno
asumido por la comunidad, con frecuencia con más silencios que palabras
como la Virgen María, nos dice que aún estamos en camino y que debemos
fatigarnos para poder llegar. Pablo en la segunda lectura aporta otro signo; el
trabajo que muchos podemos asociarlo a la fe y responsabilidad con el futuro;
“pero hoy no todos tienen el don de trabajar en paz para ganarse con sus
propias manos la comida” (segunda lectura) “el que no trabaje que no coma”
se convirti￳ en algo más angustioso frente al fin, “no se puede comer porque
no hay trabajo”; por ello no es fácil imaginar ni so￱ar el fin de la vida y de la
historia personal o familiar sin trabajo.
¿Y AHORA QUÉ?
¡Bien! aceptamos, por la fe, esa profecía de nuestro futuro descrita por Lucas;
pero “¿Ahora y aquí qué?”. El presente es lo que nos permite responder por el
“Hoy”. Tenía raz￳n E. Schrödinger, uno de los "padres" de la física cuántica,
cuando decía que "el presente es la única cosa que no tiene fin". Únicamente
existe el presente y en él estamos; nada debía alejarnos, distraernos o
permitirnos huir del único lugar de la vida y tiempo de felicidad que es el
“presente”. Siempre que no estemos en el presente deberíamos preguntarnos
¿en dónde estoy? Para responder de paso la primera pregunta que nos hizo
Dios en Adán; concretándola en la segunda pregunta hecha a Caín ¿dónde
está tu hermano? Solo el “Ego” es capaz de soslayar estas dos respuestas
desplazándonos del presente para vivir de imaginarios. Si sólo existe el
presente, hoy, ahora, ¿dónde estoy cuando "no estoy" en él?
“EN OTRO SITIO”
Nuestra felicidad no está en ningún futuro; tampoco en nada que pueda
"conseguirse" o "lograrse" por dinero. La felicidad vive únicamente en el
Presente y sólo cuando dejamos que venga a nosotros (Adviento) nos
muestra su rostro (Navidad). El Presente es el único lugar de la felicidad,
porque es el único lugar de la Vida: vivimos sólo mientras estamos en el
“Hoy”. Del “Hoy” de la salvaci￳n nos ha hablado Lucas en este a￱o litúrgico
ciclo C cuando le preguntaron a Eugenio Ionesco ¿cuál era la catástrofe más
grande para el hombre? dijo: todo es catastrófico sin estar Dios presente. Sor
Isabel de la Trinidad pensaba el “Hoy” en términos de espacio: “Dios mío, si
tú estás en todas partes, ¿cómo me las arreglo yo para estar siempre en otro
sitio?".
Padre Emilio Betancourt