COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, Ciclo C
Evangelio según San Lucas 23,35-43
Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes,
burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el
Mesías de Dios, el Elegido!". También los soldados se burlaban de él y,
acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: "Si eres el rey de los judíos,
¡sálvate a ti mismo!". Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de
los judíos". Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres
tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba,
diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no
ha hecho nada malo". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a
establecer tu Reino". Él le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en
el Paraíso".
CRISTO REY, OBEDIENCIA DE AMOR
Queridos hermanos, esto es el resumen la misión de Cristo; por eso Cristo es
Rey del Universo, que reina y debe reinar en todos nosotros. El resumen es:
haber sido enviado por el Padre, en esa obediencia de amor, en esa entrega por
medio del sacrificio y en esas dos actitudes fundamentales que no hay que
olvidar jamás. Jesús dijo “nadie me quita la vida, sino que libremente la doy.”
Cristo es consciente a lo que iba y se entrega al Padre por nosotros. Es la
obediencia de amor.
En ese acto sublime de sacrificio y entrega, Cristo es capaz de decir “Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen”, dando todavía el perdón. ¡Si
aprendiéramos que la entrega, el amor, el sacrificio y el perdón, son esenciales
para la sabiduría de nuestra alma, para la sabiduría de nuestra convivencia, de
las relaciones interpersonales, sociales, cívicas, eclesiales! ¡Qué cosas tan
importantes y cómo las olvidamos a lo largo del camino, por el individualismo,
las injusticias, mentiras, infidelidades, los odios, rencores, las frialdades! Es
importante que volvamos a recuperar el sentido de nuestra vida. La misión de
Cristo -que es la entrega- y la misión de la Iglesia -que es seguir a Cristo-, es
dar sentido y recuperar el sentido en la historia de los hombres.
Debemos denunciar y discernir las ambigüedades y los errores en los procesos
del camino. El discernimiento, la purificación, la liberación, para recuperar el
sentido de la verdadera motivación de nuestra existencia; la convicción de que
seguimos a Cristo; la identificación por la que llevamos el nombre de cristianos y
que seguimos a Él en todo. Pero ese seguimiento de motivación también tiene
que estar explicado por las razones. Dar razones de nuestra fe. Explicar por qué
tenemos fe. Mostrar a los demás la coherencia de nuestra fe. Es muy importante
que Cristo reine en nuestros corazones. No hagamos fracasar en nosotros la cruz
de Cristo. No hagamos fracasar en nosotros la paz y la unidad que el mundo
necesita imperiosamente y que muchas veces no nos damos cuenta de ello.
Pidamos al Señor que anhelemos seguirlo. Vemos en el Evangelio a estos dos
malhechores, uno buscó su interés, el otro entendió perfectamente lo que estaba
aconteciendo y le dijo “¡acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu reino!”,
a lo que Jesús respondió “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”
¡Qué cosa hermosa estar con ÉL!
Que Cristo reine en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en la
sociedad y en la Iglesia.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén