DOMINGO I TIEMPO ADVIENTO. CICLO A
LAS INSPIRACIONES DE LA PAZ
Isaías un profeta del siglo VIII antes de Cristo en Jerusalén, escribió algo que
también encontramos en Miqueas; muy esperanzador para nuestra paz no solo
perdida sino también embolatada: ocurrirá un proyecto de paz del cual Dios será
el garante: “De las espadas se forjarán arados y de las lanzas podaderas; ya no
alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra.
¡Casa de Jacob, en marcha! ¡Caminemos a la luz del Señor! (primera lectura).
Ante el espectáculo de la fiesta de las tiendas, recuerdo de la estancia en el Sinaí
durante el Exodo, en busca de la tierra de la paz como tierra prometida, Isaías
intuye otra paz inspirada más tarde por el resucitado para que comprendamos la
buena noticia del amor de Dios regalándonos su paz. Ningún signo de muerte en
los acontecimientos que ahora nos ocurren puede ser más fuerte que la vida
prometida por el evangelio en términos de paz: “paz a vosotros”, repiti￳ tres
veces Jesús al atardecer de su primer día de resucitado (Jn 20,19ss); y el
evangelista pone en labios de Jesús: “Les dejo la paz, mi paz les doy; no se la
doy como la da el mundo. No se turbe vuestro coraz￳n ni se acobarde” (Jn
14,27).
“Él es nuestra paz, el que de dos pueblos hizo uno, derribando con su cuerpo el
muro divisorio, la hostilidad; anulando la ley con sus preceptos y cláusulas,
creando así en su persona, de dos, una sola y nueva humanidad, haciendo las
paces. Por medio de la cruz, dando muerte a su persona a la hostilidad,
reconcilió a los dos con Dios, haciéndolos un solo cuerpo. Vino y nos anunció la
paz a ustedes los lejanos, la paz a los cercanos. Ambos, con el mismo Espíritu y
por medio de él, tenemos acceso al padre” (Ef. 2,14-16). Esa es la paz que
recibimos, comulgamos y compartimos como palabra de Dios y Eucaristía
PAZ Y RECONCILIACIÓN.
Los anteriores textos y el himno a la paz de la carta a los efesios constituyen
hoy entre nosotros la principal misión de la iglesia: la reconciliación por el
perd￳n para la paz, “mirad como se aman”. Solo la reconciliaci￳n no hace inútil
la cruz de Jesucristo; único camino para recuperar la credibilidad perdida. Hay
centenares de comunidades cristianas de diversas denominaciones esparcidas
por todo el país formadas por la iglesia; familias que han hecho de la
reconciliación y el perdón la mejor experiencia de paz. ¿Cuál mejor ejemplo que
la familia para enraizar de nuevo la paz? Hacia las comunidades puede mirar
como ejemplo confiable la iglesia institucional sin correr ningún riesgo de
equivocación, si es lo que teme o ayudándonos a discernir la paz desde el
evangelio que es lo que nos hace falta.
DESPERTEMOS DEL SUEÑO
Normalmente en los conflictos más delicados hay un árbitro cuya misión es
poner de acuerdo las partes; en los conflictos políticos el fin es el desarme; así
sea hasta el próximo conflicto debido a que muchos tratados de paz no son
duraderos porque el acuerdo no fue justo; lo cual quiere decir que no se
resolvió, sino que se disimuló el acuerdo; entonces en cualquier momento
renace el conflicto. Con raz￳n se dice: “Si quieres la paz prepara la guerra”, ya
que los materiales de la guerra podrán ser reconvertidos. Puede ser también que
el árbitro ponga el reglamento a favor de una sola de las partes perjudicando la
otra y ahí el problema es más grave porque la falta de equidad divide a los que
están en las tribunas y puede pasar a ser un problema social, de orden público o
político, insoluble a corto plazo.
No sin raz￳n Pablo nos amonesta: “Caigan en cuenta del momento en que
vivimos. Ya es hora de despertar del sueño, porque ahora nuestra salvación está
más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca
el día. Desechemos pues las obras de las tinieblas y revistámonos de las
armaduras de la luz. Comportémonos honestamente como se hace en pleno
día… Revístanse bien de nuestro Se￱or Jesucristo” (Segunda lectura).
DIOS ACTÚA POR PERSONAS.
Dios no cambia las cosas, los acontecimientos de la historia, sino por medio de
los hombres; en eso consiste la grandeza del hombre; la grandeza de Dios es el
hombre cuando hace las obras de la luz y evita las del mal que son tinieblas. La
falta de vigilancia con respecto a lo que ocurre con la paz, la compara el
evangelio de hoy con el tiempo de Noé y el diluvio “que cuando menos los
esperaban se los llev￳ a todos… también ustedes estén preparados porque a la
hora que menos lo piensen, vendrá el hijo del hombre” (Evangelio) El Hijo del
Hombre es Jesucristo, el ser humano destinado a llevar la humanidad a la paz
signo supremo de humanidad.
“Digan todos en su coraz￳n: “Jerusalén” (país) que haya paz en aquellos que te
aman, que haya paz en tus monta￱as y que reine la paz en cada casa”
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: la paz esté contigo. Y
por la casa del Se￱or, mi Dios, te pediré para ti todos los bienes” (Sal 121).