CICLO A
TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO II
Tres figuras encarnan en plenitud el espíritu con que debemos vivir el tiempo de
Adviento: el profeta Isaías, la Virgen María y Juan Bautista. Isaías mantenía la
esperanza del pueblo elegido, anunciando que el Mesías nacería de una mujer
virgen. María de Nazaret, por su fe total en Dios, aceptó ser madre del Mesías, sin
intervención de varón. Por ello, Dios la hizo inmaculada y limpia de todo pecado,
llena de gracia, desde el primer instante de su concepción. Juan Bautista, el
Precursor, que señala al Salvador ya presente entre los hombres. Es el testigo
valiente, que dio testimonio de la verdad hasta derramar su sangre, muriendo
decapitado.
En la primera lectura Isaías anuncia que el Mesías traerá una época de paz y
justicia (el lobo comerá con el cordero) y el Mesías actuará con la fuerza de Dios.
Es el Reino de Dios, el Reinado de Dios, al que se refiere Juan Bautista en el
evangelio.
El Bautista nos dice cómo hemos de prepararnos para recibir al Mesías Salvador,
que nos trae el Reino de Dios: Tenemos que convertirnos, cambiar de vida, pues
nadie está definitivamente convertido. Debemos mantener constantemente una
actitud de cambio a mejor. Este proceso dura toda la vida. Para ello es necesaria
una revisión permanente de nosotros mismos: lo que hacemos, lo que sentimos,
lo que deseamos, lo que somos.
Juan Bautista nos pide que abramos caminos al Señor. Que allanemos los senderos
de nuestra vida para que Cristo llegue a nosotros y con Él el Reino de Dios. El
Señor vino (en Belén), el Señor vendrá con gloria (al final), pero el Señor sigue
llamando ahora a las puertas de nuestra existencia. Venga a nosotros tu Reino,
pedimos en el Padre Nuestro.
PADRE MARIANO ESTEBAN CARO