DOMINGO II TIEMPO ADVIENTO. CICLO A
JESÚS NOS CAMBIÓ LA IDEA DE DIOS
Qué o quién será para Isaías la raíz de Jesé. Sólo se sabe que era Betlemita, hijo
menor de una extranjera llamada Ruth. Esta historia data de mil años antes de
Cristo. Se puede agregar a esta historia que Jesé tuvo ocho hijos de entre los
cuales Samuel escogió el rey de Israel quien era pastor y el más pequeño en
todo sentido; lo cual quiere decir que Jesé era el padre del rey David en quien
Dios fijó todas las promesas a Israel pero que se embolataron ya que la dinastía
de David no estuvo a la altura de lo prometido, bien sea por propia conducta que
por las amenazas del entorno que originaban una enorme inseguridad interna. A
pesar de todo David fue en sus buenos momentos un signo premonitorio del
Mesías
UNA NUEVA PROMESA
Dios, por parte del profeta Isaías, a pesar del fallo de los reyes en Israel hace
una promesa inédita “de un árbol o una raíz seca Yahvé puede hacer algo
inesperado: En aquel día brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago
florecerá de su raíz y se posará sobre él el Espíritu del Señor con sus dones:
sabiduría e inteligencia, consejo y fortaleza, piedad y temor de Dios”. Este
Mesías continua Isaías se orientará por la justicia y la equidad.: “será justicia su
ceñidor y la equidad apretará su cintura” (primera lectura). La fábula de los
animales es una bella imagen para hablar de la armonía social y universal: “En
aquel día la raíz de ese se levantará como bandera de los pueblos, la buscarán
todas las naciones y será gloriosa su morada” (segunda lectura)
JUAN SIGUE VIVO EN EL MORALISMO
Juan bautista fue puesto por Dios como puente entre la primera alianza (A.T) y
segunda alianza (N.T). Heredero de la misión sacerdotal, abdicó a este privilegio
para irse al desierto a anunciar la llegada del Reino de Dios que además requería
una existencia nómada y ascética unida a un rito único y original: bautizar a las
personas para perdonar los pecados. Juan dice que el juicio está cerca para que
se conviertan y esperen al Mesías, pero en el marco de la ley y el pecado como
transgresión. Su religión era muy problemática porque se centraba en el mal
moral, el pecado de las personas; dejando por fuera el mal físico y el
sufrimiento. Juan entendía el pecado como una ofensa que irritaba a Dios
provocando su castigo. Para juan el pecado era una violación de la ley que
escandalizaba; una mancha que ensuciaba a los pecadores, su predicación y
bautismo era para quienes ofendían a Dios y se oponían a la ley. A Juan bautista
le interesaba luchar contra los pecados que ofendían a Dios. Su acusación
constante era contra los pecadores: “raza de víboras, el hacha está puesta a la
raíz de los árboles; y el árbol que no dé fruto será cortado... separará la paja del
trigo en una hoguera que no se acaba”. (primera lectura). Era una mentalidad
más cerca a los sacerdotes del tempo que a las personas de a pie. LAS
RELIGIONES, en general, HAN CENTRADO MAS SUS PREOCUPACIONES EN EL
PECADO QUE EN EL SUFRIMIENTO QUE PRODUCE EL PECADO. Así, a pesar de
todo era para Jesús el mayor nacido de mujer; pero el más pequeño en el Reino
de los cielos”, los hijos de Dios, son mayores que él.
A JESÚS LE INTERESA MÁS LA GENTE.
A Jesús le interesaron más las víctimas de los pecados que los pecados mismos;
Para Él era más importante remediar los sufrimientos que cumplir con la ley y
observaciones religiosas; lo que iba a ser más tarde fuente de conflictos con los
jefes. Jesús abierto al mundo, anuncia el reino de Dios que ya está en medio de
ellos, porque El mismo era el reino, el evangelio y el único que quitaría el pecado
del mundo; a cada grupo de la sociedad le decía lo que tenían que hacer para
salir de pecado del egoísmo.
La gran diferencia entre la primera y la segunda alianza es el sentido del
bautismo que tiene Juan y el nuevo que le da Jesús. Hasta Juan llegaron la ley y
los profetas y ahí comienza Jesús con el anuncio del Reino. Jesús cambio la idea
acerca de Dios, encarnada en Juan bautista, para dar a conocer en su propia
persona una nueva imagen de Dios; cambio del Dios justiciero y vengativo al
Dios Padre lleno de compasión y misericordia. Se trata de reconocer a un Dios
encarnado, Navidad, que vive en nuestro interior, y que se llama el Espíritu
Santo (pascua) que nos transforma desde nuestro interior para impulsarnos a
servir a los demás. “Por eso te alabaré y cantaré himnos a tu nombre” (Segunda
lectura).