3ª semana de Adviento. Jueves: Lc 7, 24-30
En estos días centrales del Adviento la Iglesia nos trae, como ejemplo de
preparación para la venida del Señor, la figura de san Juan Bautista. Hoy Jesús hace
un elogio extraordinario de su precursor y nos hace una advertencia importante. La
advertencia, que está al final de la lectura, es que para seguir los consejos del Bautista
y para imitarle, debemos ser humildes y sencillos de corazón y no soberbios como
algunos de aquellos fariseos y legistas que escuchaban al profeta, pero no querían
cumplir con un cambio de corazón, que es lo que significaba el bautismo.
La ocasión de este elogio por parte de Jesús hacia Juan Bautista fue la embajada
que éste le había enviado desde la cárcel. Cuando se marcharon los discípulos del
Bautista, Jesús quiso proponerle como modelo a seguir. Para ello comienza con unas
preguntas a la gente, que es una manera de llamar la atención sobre el tema. También
hoy san Juan Bautista es modelo para nosotros en estas tres cualidades:
1. Juan es un hombre sincero , leal, un hombre que no cambia de parecer por
cualquier moda del momento, que si está en la cárcel es por su firmeza inflexible y por
su valentía en predicar la verdad. Juan no se doblega ni ante las presiones ni ante los
halagos. Es la actitud de tantos mártires a través de la historia. Es la actitud del
cristiano que una vez que ha sentido a Cristo, le sigue perseverante en su manera de
vivir, y aunque alguna vez caiga, trata siempre de levantarse. Qué diferencia con tanta
gente que se deja llevar de las modas de creencias nuevas y brillantes, pero vanas.
Debemos ser firmes en nuestra fe, aunque no dejemos de ser acogedores. Ser sincero
indica también ser humilde, no tener envidia ni celos, como san Juan respecto a Jesús.
2. Jesús destaca la austeridad de Juan. Es sobrio en el vestir y en todo lo material.
Los que abundan en dinero y comodidades no suelen estar muy dispuestos para el
camino del bien. Estamos en las vísperas de la Navidad. Para muchos en nada influye
el recuerdo de Jesús Niño y pobre, sino que aumentan sus ansias de riqueza y
bienestar. El afán de Jesús por enseñarnos la austeridad es para que en nuestro
corazón seamos más ricos de los dones de Dios que nos darán la mayor alegría.
3. Jesús dice de Juan, no sólo que es profeta , sino el mayor de los profetas. Esto
significa que habla de parte de Dios. ¿Y qué es lo que predicaba Juan? Palabras que
hoy siguen siendo actuales: Hay que preparar el camino del Señor. Y para ello decía,
con palabras del profeta Isaías, que hay que allanar los caminos y enderezarlos.
Aplicado al espíritu, decía que, si queremos que el Señor venga a nosotros, lo primero
es hacer frutos de penitencia. Nadie puede acercarse a Dios, si antes no se arrepiente
de sus faltas y pecados. Y para significar este arrepentimiento san Juan bautizaba a los
que estaban dispuestos. Jesús hace notar que la gente sencilla y hasta algunos de los
que eran tenidos por pecadores, como los publicanos, habían recibido ese bautismo;
pero no lo habían hecho los fariseos y doctores de la ley, porque eran orgullosos: se
creían los mejores, y en realidad no estaban dispuestos a acoger el Reino de Dios.
Jesús hoy también nos hace notar algo, que parece desorientar. Dice que no hay
ningún profeta más grande que Juan Bautista; pero a continuación nos dice que el más
pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él. Con esto quiere contraponer
sobre todo las dificultades de perfección en el Antiguo Testamento con las facilidades
que tenemos por la Gracia conseguida por medio de Jesucristo. El bautismo de Jesús
no es sólo un signo de penitencia, sino que es una donación de Dios para participar en
su propia vida. Este Reino de Dios es un elevarnos a alturas insospechadas, es una
nueva vida que Dios nos da y que en la Navidad la Iglesia nos invita a percibir y
gozarnos con Jesús que viene a salvarnos. Por eso aquella persona que se deja llevar
por la gracia de Dios, que sabe alabarle en todos los momentos, que sabe besar a ese
Niño Dios con todo amor, merecerá la grandeza y alabanza de parte de Dios.