«COMPROMISO Y ESPERANZA»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 3º domingo de Adviento
[11 de diciembre de 2016]
Los textos bíblicos de este tercer domingo de adviento nos llaman a animarnos y a no perder la
esperanza: «Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa… ¡Sean fuertes no
teman ahí está su Dios!» (Is. 35,1-4).
El Evangelio (Mt. 11,2-11), nos presenta la figura de San Juan Bautista, quien desde su austeridad
profética, en la liturgia del adviento nos exhorta a convertirnos. Él es el profeta de la verdad , quien no
dudó en denunciar a Herodes y en dar la vida por lo que creía. Sólo podemos volvernos a Dios, cuando
nos disponemos a construir en nuestras vidas, en nuestras familias y en la sociedad desde la verdad.
Construir en la verdad es como construir sobre roca y no sobre arena, es decir, desde las mentiras.
Cuando con humildad somos capaces de revisarnos y evaluar cómo estamos construyendo, nos
encaminamos a realizar un examen de conciencia y nos introducimos en el camino de reconciliación que
nos permite volver a Dios.
El adviento ubicado en el fin de año, es un tiempo propicio para realizar un examen de conciencia que,
aun implicando una dimensión personal, no es un acto individualista. Al contrario, al examinarnos
debemos revisar cómo vivimos nuestros compromisos comunitarios y si el llamado a la santidad lo
asumimos desde nuestra responsabilidad ciudadana construyendo una sociedad mejor.
En relación a esta dimensión social y por lo tanto a la caridad que debe tener nuestro examen de
conciencia de adviento, el documento de los obispos argentinos «Navega mar adentro» escrito hace
algunos años para nuestra Patria y con reflexiones que mantienen especial vigencia, nos señala: «El
primer servicio de la Iglesia a los hombres es anunciar la verdad sobre Jesucristo […] nos exige
responder con todos los esfuerzos que sean necesarios para lograr la inculturación del Evangelio, que
propone una verdad sobre el hombre, la cual implica un estilo de vida ciudadano comprometido en la
construcción del bien común» (95).
En el número siguiente se señalan algunos aspectos que son indispensables que tengamos en cuenta en
todo examen de conciencia: «Una conversión es incompleta si falta la conciencia de las exigencias de la
vida cotidiana y no se pone el esfuerzo de llevarla a cabo. Esto implica una formación permanente de los
cristianos, en virtud de su propia vocación, para que puedan adherir a este estilo de vida y emprender
intensamente sus compromisos en el mundo, desarrollando las actitudes propias de ciudadanos
responsables» (96).
En el Evangelio de este domingo el Señor nos anima en la esperanza: «Vayan a contar a Juan lo que
ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan… y la Buena Noticia es anunciada a los
pobres» (Mt. 11,5). Si es cierto que la responsabilidad ciudadana está ligada al llamado a la santidad,
debemos señalar con esperanza que en nuestra gente hay muchos signos de solidaridad y participación.
En las comunidades notamos la solidaridad a veces bien concreta que se da en ayudas entre familias y
vecinos cuando alguno padece el flagelo de la desocupación o alguna enfermedad. Juntan plata para
ayudar a un enfermo que no tiene cómo pagar por su salud, o bien «agrandan la olla». También se
suman las redes de capacitación en educación popular, ciudadanía y se generan alternativas para
pequeños emprendimientos, así como la posibilidad de vender lo producido de una manera directa sin
muchos intermediarios, especialmente en las ferias francas. Seguramente nosotros mismos podemos
hacer una larga lista de personas y situaciones que son signos de esperanza y de responsabilidad
ciudadana y participación social. Las mejores soluciones siempre vienen de la gente que no se cruza de
brazos esperando «un papá Noel» que lo venga a ayudar, sino de aquellos que con el ancla en la fe, la
esperanza y la caridad, entienden que la santidad implica asumir activamente un rol ciudadano
comprometido.
Uno de los peores males en nuestro tiempo puede llegar a ser el escepticismo o el bajar los brazos en los
momentos difíciles. En este adviento que nos plantea el tema de la esperanza, los cristianos sabemos que
la fe en Dios y el compromiso activo, protagónico, solidario y sobre todo organizado, nos permitirá
caminar en medio de las dificultades y encontrar alternativas.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas