MADRE DE DIOS
1 de enero
“Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una
mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos
hijos adoptivos.” Así resume san Pablo el misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios (Gál 4,4).
El Hijo que vive en la eternidad es enviado por Dios y, sin embargo, nace en el
tiempo de una mujer. Lo divino ha entrado en la esfera de lo humano. Y ahí está
María como hospedera terrena del misterio celestial. Madre del Hijo de Dios, tan
divino que puede hacerse humano. Tan humano que nos revela lo divino.
María es la Madre de Dios. “El dogma de la maternidad divina de María fue
para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la
Encarnación, en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la
naturaleza humana sin anularla”. Así lo escribió san Juan Pablo II ( Redemptoris
Mater, 4).
LOS MENSAJEROS
Con un lenguaje no menos profundo, pero sí más cercano a la experiencia
humana, el evangelio de Lucas nos hace presente una escena que siempre
imaginamos nocturna: “Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el
ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido recostado en el
pesebre” (Lc 2,16).
• Los pastores escuchan el mensaje celestial, encuentran al que les ha sido
anunciado y ellos, a su vez, transmiten el mensaje recibido. La luz de lo alto los guía
en la noche. Escuchar, ver y anunciar. He ahí las tres actitudes que caracterizan a los
creyentes, es decir, a los que se asoman a los misterios divinos, que transforman a
los humanos.
• Como se sabe, los pastores eran despreciados por la sociedad. No eran
aceptados como testigos ante los tribunales. Y, sin embargo, ellos son los elegidos
por Dios para dar testimonio de su presencia en el mundo. Los evangelizados se
transforman en evangelizadores.
EL CORAZÓN
El evangelio de Lucas añade todavía una interesante observación sobre la
Madre de Jesús: “María conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.
¿Cómo podía vivir con indiferencia el hecho que transformaba toda su vida?
• “María conservaba todas estas cosas”. Recordar es pasar por el corazón los
acontecimientos que nos importan. María es modelo de muchas actitudes. También
de la actitud de la acogida. No se puede morir de sed si se pasa junto a la fuente y se
la ignora. Nadie puede ser salvado si desprecia al Salvador.
• “María meditaba estas cosas en su corazón”. Meditar es reflexionar sobre lo
que realmente es importante para la vida. Aprender a saborear lo verdadero, lo
bueno y lo bello. Hasta que nuestro corazón llegue a vivir en sintonía con Aquel que
es la Verdad, la Bondad y la Belleza.
- Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén”.
José-Román Flecha Andrés