TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO IV A
(29–enero–2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
jpelaez@javeriana.edu.co
¿Qué es para nosotros la felicidad?
Lecturas:
o Profeta Sofonías 2,3; 3, 12–13
o I Carta de san Pablo a los Corintios 1, 26–31
o Mateo 5, 1–12
El mundo está tratando de acomodarse, con gran dificultad, al nuevo
estilo de liderazgo que está al frente de la nación más poderosa del
mundo. Es una retórica arrogante y agresiva que produce rechazo, y
fomenta un nacionalismo exacerbado que no tiene sentido en un mundo
globalizado e interdependiente, pero que, infortunadamente, tiene
acogida y puede producir un contagio peligroso.
Es un multimillonario, con su equipo de multimillonarios, que
cínicamente afirma que él le ha devuelto el poder al pueblo… En agudo
contraste con este modelo de gestión construido sobre la prepotencia del
dinero y del poder político, los textos bíblicos que nos propone la
liturgia de este domingo presentan un proyecto de sociedad en el que los
protagonistas son los otros, es decir, los pobres, los que lloran, los que
tienen hambre y sed de justicia. ¡El contrate no puede ser más fuerte!
Empecemos por las reflexiones del apóstol Pablo en su I Carta a los
Corintios. Allí leemos: “Entre ustedes, los que han sido llamados por
Dios, no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles,
según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de
este mundo para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para
avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo,
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es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen;
de manera que nadie pueda presumir delante de Dios”.
¿Cómo leer estas palabras de san Pablo? No se trata de una
descalificación de la ciencia, pues Dios nos ha dado la misión de
transformar responsablemente el mundo que nos rodea; tampoco se trata
de una descalificación de los diversos tipos de liderazgo, que son
necesarios para la buena marcha de la sociedad. Lo que pone en
evidencia san Pablo es que la autosuficiencia y la arrogancia no caben
dentro del plan de salvación. Unos científicos prepotentes, que juegan a
ser dioses y que se creen dueños de la vida y de la muerte, que no
conocen los límites de la ética en sus experimentos, están en total
confrontación con el plan de Dios. Lo mismo puede decirse de los
diversos tipos de líderes que no entienden su posición como un
servicio, sino como un beneficio individual y de grupo. Los grandes
protagonistas de los eventos sociales no serán los protagonistas en el
Reino de Dios. Los invisibles de este mundo son los predilectos del
Señor.
Vayamos ahora al texto del evangelista Mateo, que nos propone las
Bienaventuranzas, que son la Carta Magna del orden nuevo que viene a
instaurar Jesucristo, revelador del Padre.
Es interesante leer el texto del evangelista Mateo relacionándolo con las
palabras del profeta Sofonías, que escuchamos en la primera lectura:
“Busquen al Señor, ustedes los humildes de la tierra. Busquen la
justicia, busquen la humildad”. La fuerza de este texto está en el verbo
buscar. El profeta propone una tarea, señala un camino. En el texto del
evangelista ya no es algo posible o un ideal hacia el cual dirigirse, sino
una realidad cumplida. Jesucristo ha instaurado un orden nuevo; su
Reino propone unos valores que rompen con lo socialmente aceptado.
La sociedad de consumo propone unos indicadores de éxito
profundamente individualistas, anclados en el poder y en el tener. En
esta propuesta de éxito no hay espacio para la solidaridad; los demás –
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nuestros hermanos – sólo caben en la medida en que sirven a mis
intereses. Y este camino de realización que propone la sociedad de
consumo seduce a mucha gente.
Necesitamos desarrollar un modelo pedagógico diferente, que siembre
en las mentes y corazones de los jóvenes los valores que Jesús propone
en las Bienaventuranzas. Allí encontraremos la inspiración para un
nuevo modelo de sociedad, que promueva un estilo de vida sencillo, en
armonía con el medio ambiente, incluyente, solidario, que se
comprometa con la paz, que rechace todas las manifestaciones de
violencia. Desde la familia y desde las instituciones educativas
debemos favorecer una revisión crítica de la propuesta de felicidad que
nos hace la sociedad de consumo y los lamentables modelos de
liderazgo que se están instalando en el mundo.
El Sermón de las Bienaventuranzas, con su propuesta de felicidad
absolutamente disruptiva, nos invita a hacer un alto en el camino para
revisar los valores que están inculcando las familias y el modelo de
sociedad que estamos favoreciendo desde el Proyecto Educativo de
colegios y universidades; debemos preguntarnos qué proyecto de país
están proponiendo los líderes políticos que ocupan o que aspiran
ocupar los altos cargos en la dirección del Estado. La gran pregunta que
nos hace la liturgia de este domingo es: ¿Qué entendemos por felicidad?
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