DOMINGO IV TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
HACERNOS DICHOSOS ES “LA LOCURA DE DIOS”
Sofonías profetiza una vez terminados los reinados de Manasés (689–642) y de Amón (642–639), épocas
de tiniebla espiritual para Israel, con el fin de apoyar la reforma de Josías quien alentaba a los pobres de
Israel ante el debilitamiento de Asiria: “Busquen al Señor los humildes de la tierra, busquen la justicia y
la humildad… este resto de Israel confiará en el nombre del Señor… permanecerán tranquilos y
descansarán sin que nadie los moleste” (primera lectura). No necesitarán salir de su tierra y su país si
son humildes. Da la impresión que Sofonías profetiza sobre el postconflicto luego del desastre de
Manasés y Amón.
SER CRISTIANOS ES SER SABIOS
Para Pablo, frente a cualquier conflicto las bienaventuranzas o ser dichosos equivalen a ser cristiano
porque ahí habita la sabiduría de Dios. “Entre ustedes hay muchos inteligentes según los criterios
humanos; pero por obra de Dios ustedes (por el bautismo) están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios
hizo nuestra sabiduría… pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios;
a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes, a los insignificantes y despreciados del mundo, es
decir a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie puede
presumir a los ojos de Dios” (segunda lectura). El texto de hoy es una aplicación a los Corintios de la
“locura de Dios”; que comienza con las bienaventuranzas como experiencias de felicidad y paz.
SOMOS MAS INTELIGENTES QUE SABIOS
Según los criterios humanos la inteligencia es el culmen de la razón; pero la inteligencia no incluye la
sabiduría; en cambio para la revelación, el más sabio es el más inteligente. Hoy tenemos más gente
inteligente, pero carecemos de sabios de acuerdo a la sabiduría de Dios. La inteligencia es una lógica de
la razón; pero la sabiduría de Dios es la lógica del amor; el amor supera todo razonamiento “el corazón
tiene las razones que la razón no conoce” La verdadera sabiduría es un don de Dios. Cuando Isaías
anuncia el Mesías dice que “sobre él reposará el espíritu del Señor que es espíritu de sabiduría y
entendimiento”; es el mismo Espíritu que se nos regala por el misterio pascual en el bautismo.
La sabiduría no puede ser un motivo de orgullo personal sino de acción de gracias “Así dice Yahve: no se
alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe el valiente por su valentía, ni se alabe el rico por su riqueza;
más en esto se alabe quien alabare, en tener seso y conocerme” (Jer 9,22)
EL “HUMUS” DE LA FELICIDAD Y LA PAZ
Cuando la comunidad de Mateo escribió las bienaventuranzas, felicidades y dichas en orden a la paz, ya
conocía que la sabiduría se encontraba en la cruz y resurrección de Jesús y era testimoniada por los
creyentes. Mateo, entonces vinculó las bienaventuranzas a la sabiduría de la cruz; como posibilidad de
construir el reino de Dios; con llanto y sufrimiento, hambre y sed de justicia, misericordia y compasión,
limpieza de corazón, perdón de víctimas y perseguidos para lograr la justicia y la paz; y la predicación del
evangelio ocasión de crear injurias, persecuciones y distorsiones por lo que se predica y testimonie
acerca de Jesús. Lo anterior quiere decir que el reino se construye bajando, no propiamente subiendo; se trata de algo
totalmente distinto a lo que el mundo nos ofrece y vende como reino; ídolos que acaban con la felicidad
y la dicha ¡Quien creyera que las bienaventuranzas fueran el humus de la felicidad y la paz!
UNA PROPUESTA INCLUYENTE.
Se dice con frecuencia que la primera promesa de felicidad y alegría “Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos”
es vinculante de todas las demás. La palabra “Anawin” (pobres) nos orienta en la comprensión correcta
de saber que pobres son los que no tienen un corazón orgulloso y están satisfechos por si mismos;
Pobres son los que son capaces de perdonar para que haya paz, de tener compasión y misericordia en
lugar de ser violentos; los que tienen motivos para gritar “justicia, justicia” porque se sienten
hambrientos de ella. Es cierto que desde que ponemos en práctica la primera promesa de felicidad y
dicha quedamos en actitud de recibir todas las demás.
La calidad del pobre consiste en mantener su seguridad en el Señor “Aquellos que tienen necesidad de
Dios reciben todo de Él como un regalo” (primera lectura).
ESTE PAÍS SERÁ IDEAL…
Si repasamos detenidamente las ofertas de felicidad como ofertas de sensatez, el Espíritu nos hará caer
en cuenta que este país es ideal para ser dichosos, bienaventurados. Más aún que lo que requiere el país
es más gente que le apueste a las bienaventuranzas como manera de vivir en paz y hacer felices a los
demás. Las bienaventuranzas son el mejor servicio de paz a quienes no saben que es la paz o negocian
con la paz. Si quienes se interesan por la paz no tiene misericordia o su corazón, no está limpio de
engaños, su empeño fallará porque la paz implica una misión permanente de reconciliación. “No hay paz
sin justicia y no hay justicia sin perdón”
“El Señor siempre es fiel a su palabra” y hace justicia al oprimido, proporciona pan a los hambrientos y
libera al cautivo. Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado; ama el Señor al hombre justo y
toma al forastero a su cuidado; a la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina
el Señor eternamente, reina tu Dios ¡oh Sion¡, reina por los siglos” (Sal 145).