7º.DOMINGO ORDINARIO, CICLO A
AL QUE ES CERRADO DE SIENES, DIOS SUELE DARLE OTROS BIENES.
Los animales han sido retirados de los circos. Personalmente me gustaba el
espectáculo que presentaban, los leones con su fortaleza y sus rugidos, los
changuitos haciendo piruetas increíbles, los perritos caminando en sus patas
delanteras, los elefantes como si fueran niños sentados en sillitas diminutas. En fin,
entrenados sabe Dios en qué forma, hacían la delicia de los espectadores, y además
daban la oportunidad de estar cerca de esos animales que de otra forma, estarían
lejos de la mirada de muchas gentes.
Todos nos divertimos con el ingenio desplegado por esos animales, que a veces nos
parecía increíble de realizar.
De la misma forma, los pedimentos de Cristo nos parecen increíbles, por su
exigencia y su radicalidad e inmediatamente volvemos a nosotros mismos y la
exclamación surge espontanea: “eso no es posible”: “habéis oído que se dijo: Ojo
por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre
malo”. La ley del talión era importante, porque impedía que la venganza no tuviera
límites, sólo hasta cobrarse taxativamente por la ofensa sufrida. Hoy parece que ha
cobrado nueva vida, o que se ignora esa ley y volvemos a la de la selva virgen,
pues a un crimen siguen o tres en una lista interminable, sobre todo entre los
carteles de las drogas o gente que tiene problemas con la justicia.
“… han oído que se dijo: _Ama a tu próximo y odia a tu enemigo: pero yo les digo:
Amen sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los
persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir
sus sol sobre los buenos y los malos y manda su lluvia sobre los justos y los
injustos…” la exigencia es grande, hasta ser como el Padre que nos pintan de una
manera exquisita, haciendo llover sobre buenos y malos, sobre justos e injustos,
sobre blancos y negros, sobre niños y ancianos decrépitos, sobre niños recién
nacidos son síndrome de Down y sobre pequeños aún no nacidos pero ya presentes
en el seno de su propia madre.
Qué exigencia más grande podría haber hasta considerar sin ninguna etiqueta a los
hombres, sintiéndolos a todos como mis hermanos recordando a alguien que dijo:
“A trescientos metros de distancia el enemigo es simplemente un blanco, a tres
metros es un hombre” y un hombre por cierto por el que Cristo dio su propia vida,
encarnando en sí mismo esas cosas que pide a sus seguidores.
“Porque si ustedes aman los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen
eso mismo los publicanos? Y si saludan tan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen eso mimo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos
como su Padre celestial es perfecto”. El listón colocado por Cristo queda muy alto,
muy alto, pero bendito sea Dios que nos enseña a seguir luchando cada día,
realizando nuevas conquistas, nuevos descubrimientos, nuevos adelantos, ojalá que
todo sea para bien de nuestra humanidad, sin detenerse nunca a imitación del Padre que no descansa y que no quiere a todos con un amor infinito y que espera al
fin del camino como lo ha estado desde el principio, para decirnos en la puerta:
“Entren, benditos, vengan a tomar parte en la gloria de los que fueron dignos, los
que supieron acogerse a la gracia de mi Hijo Jesucristo y confiaron en su muerte
redentora y en su resurrección, los que lograron competir, los que mantuvieron la
esperanza de un mundo mejor, para todos los hombres que supieron esperar que
el Padre recompensaría con un premio que no somos capaces de imaginar ni de
soñar por lo exquisito de lo que se nos promete.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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