EL TERCER DOMINGO
DE CUARESMA, CICLO A
(Éxodo 17:3-7;
Romanos 5:1-2.5-8; Juan 4:5-42)
Sólo veinte y tres por ciento de los católicos norteamericanos asisten a
la misa dominical. A lo mejor el número es más desalentador en otros
países. Por esta razón los papas recientes han hablado de la “Nueva
Evangelización”. Dirigen este esfuerzo aún más a los católicos que a los no-católicos, particularmente a aquellos que ya no
practican la fe. Dicen que a su raíz la Nueva Evangelización consiste de
un encuentro con el Señor Jesús. En el evangelio hoy Jesús nos da pistas
para facilitar el encuentro.
Jesús se presenta al pozo de un pueblo. No es un lugar
específicamente religioso. Pues ¿podría esperar a encontrar a los no
religiosos en una sinagoga? Para nosotros la pregunta es semejante:
¿Podríamos esperar a los que no practican la fe en un templo? Tal vez en una
misa de bodas pero por la mayor parte vamos a toparlos en espacios regulares:
en casas, en tiendas y en parques.
A lo mejor sería contraproducente comenzar la plática con referencia a
Dios. Este tema tendrá poco interés para aquellos alejados de la
fe. Si queremos conversar con ellos tenemos que escoger algo que tenemos
en común. Cuando viene la samaritana al pozo, Jesús habla del agua. Dice:
“’Dame de beber’”. No es mentira, pero la sed que tiene no es tanto para
el agua que para cumplir la voluntad de su Padre celestial. Colgado en la
cruz según este Evangelio de San Juan Jesús dirá: “’Tengo sed’” con el mismo
propósito. Jesús quiere que la samaritana sea incluida en el Reino de
Dios.
La mujer se pone brava con Jesús. Lo reta: “’¿Cómo
es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?’” Ha
venido sola al pozo. Tal vez no tenga compañeras porque tiene una lengua
bien afilada. De todos modos ¿no es que muchas veces los que no quieren
nada que ver con la religión actúan como la mujer? Lo hacen difícil
mencionar la fe.
Pero Jesús no se deja por vencido – no por mucho. Le indica que su
objeto no es servir a sí mismo sino a ella. Le dice: “’Si conocieras el
don de Dios y quién es el que pide de beber, tú le pedirías a él y él te daría
agua viva’”. Tenemos que mantener esto en cuenta cuando nos acercamos a
los demás con la intención de evangelizar. No estamos allá para ganar un
debate sino para ofrecer al otro la oportunidad para encontrar el “agua viva”;
eso es, el significado verdadero de la vida.
Cuando lleguemos al tema de la fe, a veces los que no la practican
sienten aturdidos. Hablan de la dificultad de creer en Dios por tanto mal
que existe o por la inmensidad del universo. La samaritana sugiere esta
dilema cuando dice a Jesús: “’…el pozo es profundo’”. Sí es cierto, no
hay límite al conocimiento de la creación, pero esto no importa tanto como la
sabiduría. La sabiduría es la arte de vivir con la gracia. Una vez
un joven explicó la diferencia entre el conocimiento y la sabiduría.
Dijo: El conocimiento es saber que el tomate es fruta y la sabiduría es saber
que el tomate no pertenece en una ensalada de frutas.
Jesús no permite que la conversación se vuelva en una discusión teorética.
Le ofrece a la samaritana la sabiduría de Dios, el “agua viva”, que es, más
precisamente, la vida eterna. Pero la samaritana, siempre con dudas, se
ríe de esta idea: “’…dame de esa agua para que no tenga…que venir aquí a
sacarla’”. Es cierto que la promesa de la vida eterna a veces suena
demasiado buena para ser verdadera. Es muy difícil convencer a alguien de
ella con la lógica, pero tenemos en nuestro juego de herramientas un
instrumento más eficaz. Se dice que el hombre moderno escucha con más interés
a los testigos que a los maestros. Si vamos a tener éxito en nuestra
evangelización, tenemos que atestiguar a su valor por vidas llenas con el gozo
de servir. Es el gozo del papa Francisco que a ochenta años lleva las
responsabilidades de los jefes de las corporaciones más grandes pero siempre
lleva sonrisa. Es el gozo de Santa Teresa del Niño Jesús que aun en
agonía exponía su afán a entregarse en la oración por las misiones.
Jesús se aprovecha de otra herramienta. Despierta la fe de la
samaritana con el conocimiento sobrehumana de su vida. Pronto ella
reconoce a Jesús como “profeta” pero sigue resistiendo su llamada al
arrepentimiento. Trata de levantar el escándalo de la religión por
preguntar por qué es mejor dar culto en Jerusalén que en Samaria. Esta
crítica es semejante a la que muchos levantan hoy en día. Dicen que la
religión ha sido la causa de mucha sangre en la historia.
Pero ¿es la religión que causa tantos problemas o la explotación de la
religión por personas violentas? De todos modos los grandes asesinos del
siglo veinte fueron ateos – Hitler, Stalin, y Mao Zedong.
Jesús aclara la situación del culto en su tiempo. Sí la salvación tiene
su raíz en Abrahán pero él mismo introducirá el modo verdadero de adorar a
Dios. No dependerá del lugar sino de la presencia del Espíritu
Santo.
La mujer queda
creyendo. Puede dejar su cántaro porque ya no necesita agua del pozo.
Pues ya tiene el “agua viva,” la fuente de la vida eterna. Su deseo es ir
y compartir esta fe con los demás. La evangelizada se ha hecho en
evangelizadora. Es como Cristo espera de todos nosotros hoy en día una
vez que conozcamos el afecto que él tenga para cada uno. Que vayamos y
compartamos la fe con los demás.