DOMINGO IV DE PASCUA  CICLO A 

EL RESUCITADO HECHO PASTOR.                      

 

Después de la resurrección hasta el pasado domingo la liturgia nos ha presentado los relatos de las apariciones para confirmar que el Señor de la cruz ha resucitado para vencer la muerte, es el viviente a quien llamamos “El Espíritu”. El resucitado es un modelo de pastor porque siempre está dispuesto a dar la vida y vida en abundancia” ¡Si no cuida las ovejas no tiene a quien darle la vida! Es un fuerte y actualizado memorial, la crítica a los pastores de Jeremías (23) y Ezequiel (34). Para comprender a cabalidad la misiones del resucitado, les reitera: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas… Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón solo viene a robar, matar y destruir” En Juan la puerta se puede convertir también en “camino, verdad, vida, luz y agua viva.

Por la puerta entran y salen los grandes con aplausos pero también con la puerta damos en las narices a los pobres; por la puerta dejamos plantado a alguien escabulléndonos por la puerta trasera; la puerta se vuelve portería para que no pase ningún pobre; y la portería es el lugar donde más mentiras quedan porque ninguno de los que buscamos se encuentran; la puerta no se le abre a cualquiera, “no le abras la puerta a nadie” es la prohibición que dejan las señoras a las amas de llaves, por motivos de seguridad. La cultura actual es testigo de la cantidad de “puertas falsas”, costosas o baratas para que la gente acceda a comprar o vender pornografía; nadie desconoce el riesgo de algo tan importante como las redes sociales como puertas. Hoy son muchas las falsas puertas que presentan los medios, el consumismo, los poderes de las multinacionales, el dinero y los mensajes subliminales. Toda puerta falsa se asimila a las utilizadas para el decorado de los teatros; son bien pintadas pero falsas, más allá no sigue nada…

Con razón Jesús da una alternativa: “Yo soy la puerta”; ahí entras porque quieres y sales cuando quieres.

EL RESUCITADO DA VIDA EN ABUNDANCIA.

La credibilidad que nos da el Espíritu del resucitado en su oferta de vida en abundancia pasa por la experiencia de fe cantada como acción de gracias en el Salmo 23: “El Señor es mi pastor nada me falta” Nada es nada; no son solo cosas espirituales o morales. Cuando el Espíritu del resucitado cuida del hombre, todo es gratuito, todo es don. Esta metáfora se puede incrementar con múltiples ejemplos de otros salmos o el resto de la biblia. “El reposo de las praderas” está relacionado a los sufrimientos, desiertos o esterilidades de la vida humana. La imagen de “recostarse” es la de alguien que se siente seguro y sin riesgo de violencia. La idea de reposo continúa cuando se habla de “hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas”. El agua cobra importancia en relación a los desiertos humanos; porque, aunque sean pocas las fuentes que reparen la debilidad; es preferible que sean fuentes y no “estanques”. “Por ser un Dios fiel a sus promesas me guía por el sendero justo”; es decir, adaptado a mí, que se ajuste a mis necesidades o debilidades, que me sea útil para la vida. “Así, aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo, tú vara y tu cayado me dan seguridad” Si el camino es el justo, correcto, aunque se vaya por cañadas oscuras uno está tranquilo. La presencia del resucitado que venció la muerte nos permite atravesar la propia muerte sin miedo; y quitarle el miedo a la muerte equivale a ser creyente. “Tú vara y tu cayado nos dan seguridad”; dos bastones diversos, uno en el que se apoya el pastor y el otro para defender las vejas. “Tu preparas ante mí una mesa ante mis adversarios, me unges la cabeza con óleo; y mi copa rebosa” De la hierba a la mesa y del miedo a los amigos; la hospitalidad es una fortuna en situación de peligro. Esta visión de bienestar que se encuentra en el refugio de la tienda se abre al último refugio que es “el templo, sitio de bondad y, favor para siempre”

Ahora como antes les preguntaron a Pedro y los demás apóstoles “¿Qué tenemos que hacer nosotros? Pedro les contestó: Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados y revivirán al Espíritu Santo” (primera lectura) “por sus llagas ustedes han sido curados, porque eran como ovejas descarriadas; pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas” (segunda lectura).

GRATITUD CON LOS PASTORES.

Hoy es el día de la acción de gracias a Dios por todos los pastores que han pasado por nuestra vida: quien nos bautizó, el obispo que nos confirmó u ordenó, el presbítero que nos casó, quien en algún momento nos signó con el óleo de los enfermos, quienes nos han acompañado con la eucaristía y la reconciliación. Hoy es un día oportuno para perdonar a quienes por activa o por pasiva nos dejaron algún rayón en el alma o nos crearon alguna duda sobre su identidad y ministerio, quitándonos vida en lugar de dignificarla. Muchos de los que han pastoreado nuestra vida ya están en el cielo: Que el Señor los corone con su gloria. Otros, aún viven, quizás son ancianos en no muy buenas condiciones humanas o materiales. Para ellos nuestra oración, nuestra visita amable y solidaridad agradecida.