IV
Domingo de Pascua, Ciclo A
EL
PASTOR ES UN BUEN HOMBRE…
Padre
Pedrojosé Ynaraja
1.- Después de las primeras etapas de
la humanidad, que pudieron durar muchos siglos, pasando su vida limitándose a
la caza, a arrebatar huevos de los nidos, o a aprovechar los frutos de los
árboles, descubrió el pastoreo. Más o menos simultáneamente, también el valor
alimenticio de las gramíneas. La humanidad, sus quehaceres, han evolucionado
mucho desde entonces. Se han metido en ella los artesanos, los comerciantes,
los profesionales de oficios manuales, los investigadores, los artistas, etc.
que la han cambiado mucho con el tiempo.
2.- Ahora bien, el pastor de hoy es
muy semejante al de miles de años atrás. Es de tal calidad y cualidad su
oficio, que hasta en algunos territorios su peculiar ocupación, se ha
convertido en característica y distintivo exclusivo de una etnia. Muchos de
vosotros, mis queridos jóvenes lectores, no habréis tenido ocasión de conversar
con ningún ganadero. Seguramente, tampoco habréis podido observar inmensos
rebaños de ovejas que pastan libremente, acompañados por su pastor, tal vez
acompañado de algún zagal o rabadán y del imprescindible e inseparable perro.
Yo, afortunadamente, sí. Son de tal valor mis recuerdos infantiles, observando
una majada o la llegada al corral de las ovejas, junto al domicilio de un tío
mío, que no hace mucho tiempo, me desplace unos kilómetros con el único
propósito de observar y fotografiar la puerta por donde entraban los animales
al atardecer. Se extrañaron de verme fotografiar una entrada sin atractivo
alguno, que ya era de otros dueños y otras ocupaciones, les dije que no serían
capaces de entender el valor que tenían las imágenes de tal sitio, que
conservaba en mi memoria del tal sitio. Lo aceptaron sin rechistar y se lo
agradecí.
3.- Un mecánico puede ejercer su
oficio bien, o ser un chapucero. Un comerciante realiza su trabajo con más o
menos éxito, un médico puede tener mejor o peor “ojo clínico” etc. etc. Ninguna
de estas características podríamos aplicar a los pastores. Un pastor es bueno o
malo. Y punto. Un pastor ama a sus reses o se aburre, las detesta y a la
postre, las abandona. Un pastor protege, o se despreocupa, permitiendo que
animales depredadores ataquen a su rebaño.
4.- Podría continuar, no lo hago. Solo
os señalo que entre los pueblos donde el pastoreo y la agricultura son casi las
únicas ocupaciones del vecindario, el beduino, otro nombre del oficio o
vocación del que os vengo hablando, se siente un aristócrata entre los demás
moradores o fellahs, así también llamados. De todo lo
dicho, no es de extrañar que Jesús se definiera a sí mismo, como BUEN PASTOR.
5.- Pasarán los tiempos y las
ocupaciones, los oficios y las responsabilidades sociales, la agrupación en
grandes núcleos urbanos, también, que serán todos ellos factores determinantes.
El pastor pasará a ser casi en un ciudadano marginal. Pero será siempre
admirado. Tal vez desconocido, no hay que ignorarlo. De aquí que en el seno de
la Iglesia hayan aparecido con acierto otras imágenes del Maestro. Sea el
Sagrado Corazón, o la Divina Misericordia, por citar los más conocidos. Da lo
mismo, que cada uno escoja la que más significativa y apreciable le sea. Que
aprenda de cualquiera de ellas que el Señor es fiel, su puerta, el acceso
espiritual implorando su clemencia. Es siempre el mismo. No es desconocido por
su grey. Puede ser misterio, pero nunca engaña, nunca traiciona.
6.- Nuestra Fe no está depositada en
lo que dice un libro. Nuestra Fe está puesta en una Persona. No hay que
ignorar, el mismo texto del evangelio de la misa de este domingo, nos lo
recuerda que pululan otras gentes, que no merecen nuestra confianza. Que no se
acercan con buenas intenciones. Tened, pues, precaución. Acaba el texto
diciendo que el Señor ha venido para que tengamos vida, plenitud de vida, sin
tener que acudir a sucedáneos, sean de droga, ambición o hambre de placer, que
son otra cosa. No os olvidéis nunca de estas enseñanzas, mis queridos jóvenes
lectores.