4ª semana de
Pascua. Viernes: Jn 14, 1-6
Estamos en tiempo de
Pascua, tiempo en que por la vivencia de Cristo Resucitado nos sentimos
impulsados hacia la esperanza y la alegría en nuestra fe. Hoy
En nuestra vida
encontramos muchas personas desorientadas y angustiadas por los acontecimientos
y por los sinsabores de la vida. Nosotros mismos a veces nos sentimos turbados.
Es necesaria la fe y la esperanza. Fe en Jesús, que es lo mismo que tener fe en
Dios, que es Padre bueno, que está con nosotros. Esperanza en Jesús que ha
resucitado para prepararnos un lugar en el cielo. Claro que para ir allí hay
que seguir el verdadero camino. Así se lo decía Jesús a los apóstoles; pero
Tomás, el hombre práctico, se vuelve a Jesús y le dice que cómo van a seguir
ese verdadero camino, si no conocen cuál es el camino. La fe o creencia en
Jesús no tiene porqué ser ciega y sentimental, sino que debe ser razonada:
Aunque no entendamos muchas cosas, por lo menos entendemos que no lo podemos
entender. El hecho es que a Jesús le agradó la pregunta, pues contestó con una
de esas frases muy importantes en el evangelio: “Yo soy el camino, la verdad y
la vida”.
El camino es un medio para llegar a la
meta, al destino. En nuestro caso es la manera de llegar a la plenitud de la
vida. Si esto nos lo dijera otra persona, sería algo falso y pretencioso. Dicho
por Jesús, sabemos que es la verdad, porque es Dios igual al Padre y es Amor
hacia todos nosotros.
Ser
camino significa que si vivimos como Jesús vivió y si amamos como El, un día
podemos llegar a la casa del Padre. Para todos los desorientados Jesús con su
vida les enseña el camino. Desgraciadamente hay muchos falsos profetas que
pretenden desorientar. Jesús es el único camino, el amor. Aunque luego en la
práctica también podemos decir que hay muchos caminos para ir a Dios, como hay
diferentes culturas o maneras de ver la vida, todas deben pasar por el sentido
del servicio por amor.
Si Jesús es el camino es
porque es la verdad. Hay mucha gente dominada por la mentira, el engaño,
la corrupción. Jesús es la palabra del Padre, que quita las tinieblas del alma
y nos da la luz. La verdad no se improvisa. Hay que seguir buscándola.
Y para que este camino lo podamos seguir con
energías, Jesús se presenta como la vida. Él resucitó triunfando sobre
la muerte. Él había dado su vida para recibirla gloriosa y para que nosotros
podamos tener la vida eterna.
Esta vida, que esperamos
tener en plenitud un día, ahora vamos adquiriéndola por medio de los
sacramentos y por medio de la palabra de Dios, donde encontramos la verdad, que
es Jesús. Él, que es camino, verdad y vida, sigue a nuestro lado en nuestro
caminar de cada día. Es nuestro amigo que vive con nosotros y con quien podemos
conversar cuando queramos y que nos espera en el cielo.
En nuestra vida espiritual
y en nuestra acción apostólica hay que desterrar todo desánimo o desconfianza o
pesimismo y tristeza. Este pensamiento de poder ir un día a la casa del Padre
cambia totalmente el sentido de la muerte y por lo tanto de la vida. Sólo
tenemos que esforzarnos por conocer más a Jesucristo, su vida y su mensaje,
para seguirle con todo nuestro corazón y vida. Esta es nuestra fe: creer en
Jesús, que es creer en Dios. Ser cristiano es vivir en plenitud como hijos de
Dios. Si así vivimos, seremos testigos para otros de Jesús, que es camino,
verdad y vida.