ASCENSIÓN DEL SEÑOR  (A) (Mateo, 28, 16-20)

 Te vas, pero te quedas. ¡Yo habría hecho lo mismo si hubiera podido!

-  Una primera impresión de este acontecimiento, (la Ascensión del Señor a los Cielos), podría llevarnos, erróneamente, a un estado de nostalgia, de desamparo o soledad, como la que dejan entrever aquellos  versos de Fray Luis de León:

                                   ¿Y dejas, Pastor Santo,

                                   tu grey en este valle hondo, oscuro,

                                   con soledad y llanto,

                                   y Tú, rompiendo el puro

                                   aire, te vas al inmortal seguro?................”.

- Pero, (licencias de poetas aparte), si analizamos este acontecimiento de la vida del Señor, a la luz del Evangelio, no son esos los sentimientos que debe despertar en nosotros su Ascensión al Cielo. ¡Poco o nada habríamos entendido el mensaje de Cristo si su Ascensión nos dejase paralizados y en una inoperante nostalgia! El mensaje de los Ángeles, claramente, quiere sacar a los once discípulos de esa actitud nostálgica e inoperante:

           ¿QUE HACÉIS, HOMBRES DE GALILEA, MIRANDO AL CIELO?

- Y es que, a Jesús, después de su Ascensión, no hay que buscarlo en las nubes, o detrás de las estrellas. ¡Hay que buscarlo en la tierra y detrás de cada acontecimiento de la vida cuotidiana!

- Cristo podría decirnos: Es verdad que me voy visiblemente de vosotros, pero también..., (como nos lo recuerda en el Evangelio de hoy) nos dice: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

- Y esta es la verdad: ¡JESÚS SE VA, PERO SE QUEDA!  Se va, pero se ha quedado: en el Misterio de la Iglesia, en los sucesores de los Apóstoles, en su Palabra, en la Eucaristía y también en nuestros prójimos.

-  Ese Jesús que, “ascendió al Cielo y está sentado a la derecha del Padre", sigue estando continuamente a nuestro lado, atento a nuestras necesidades y prodigándonos su cariño a través de todas esas formas de presencia y estimulándonos a ser sus testigos.

-  Y eso es lo que nos recuerdan hoy los Ángeles: ¡Qué hacéis pasmados mirando al Cielo! A Jesús hemos de buscarle y servirle en la vida diaria:

                        -  En la persona necesitada

                        -  En los pormenores de la vida de familia

                        -  En el trabajo, en la calle

                        -  En las cosas y acontecimientos de cada día.

-  La Ascensión del Señor es una invitación a, ¡dejarnos de nostalgias inoperantes! y a tratar de buscar y encontrar a Dios en lo que nos rodea.

                                                                                                    Guillermo Soto