«comunicar esperanza»

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

para la Solemnidad de la Ascensión del Señor

[28 de mayo de 2017]

 

En este domingo de la Ascensión del Señor la Iglesia celebra en todo el mundo la jornada mundial de las comunicaciones sociales. Especialmente queremos tener presente en nuestra oración y nuestra reflexión a los comunicadores, llamados a vivir esta vocación y misión en nuestro tiempo. 

El Papa Francisco nos envía un mensaje para que reflexionemos en esta jornada sobre las comunicaciones sociales. El texto del mensaje que envía el Papa Francisco tiene por lema: «No temas, que yo estoy contigo». Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos.

El mensaje nos introduce al tema señalando: «Gracias al desarrollo tecnológico, el acceso a los medios de comunicación es tal que muchísimos individuos tienen la posibilidad de compartir inmediatamente noticias y de difundirlas de manera capilar. Estas noticias pueden ser bonitas o feas, verdaderas o falsas. Nuestros padres en la fe ya hablaban de la mente humana como de una piedra de molino que, movida por el agua, no se puede detener. Sin embargo, quien se encarga del molino tiene la posibilidad de decidir si moler trigo o cizaña. La mente del hombre está siempre en acción y no puede dejar de moler lo que recibe, pero está en nosotros decidir qué material le ofrecemos».

«Por lo tanto, quisiera contribuir a la búsqueda de un estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia. Invito a todos a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo narraciones marcadas por la lógica de la buena noticia»

Esta buena noticia, que es Jesús mismo, no es buena porque esté exenta de sufrimiento, sino porque contempla el sufrimiento en una perspectiva más amplia, como parte integrante de su amor por el Padre y por la humanidad. En Cristo, Dios se ha hecho solidario con cualquier situación humana, revelándonos que no estamos solos, porque tenemos un Padre que nunca olvida a sus hijos. «No temas, que yo estoy contigo» (Is 43,5): es la palabra consoladora de un Dios que se implica desde siempre en la historia de su pueblo. Con esta promesa: estoy contigo, Dios asume, en su Hijo amado, toda nuestra debilidad hasta morir como nosotros. En Él también las tinieblas y la muerte se hacen lugar de comunión con la Luz y la Vida. Precisamente aquí, en el lugar donde la vida experimenta la amargura del fracaso, nace una esperanza al alcance de todos. Se trata de una esperanza que no defrauda ―porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones― y que hace que la vida nueva brote como la planta que crece de la semilla enterrada. Bajo esta luz, cada nuevo drama que sucede en la historia del mundo se convierte también en el escenario para una posible buena noticia, desde el momento en que el amor logra encontrar siempre el camino de la proximidad y suscita corazones capaces de conmoverse, rostros capaces de no desmoronarse, manos listas para construir».

El Papa también señala: «La esperanza fundada sobre la buena noticia que es Jesús nos hace elevar la mirada y nos impulsa a contemplarlo en el marco litúrgico de la fiesta de la Ascensión. Aunque parece que el Señor se aleja de nosotros, en realidad, se ensanchan los horizontes de la esperanza». «Por medio de la fuerza del Espíritu Santo podemos ser testigos y comunicadores de una humanidad nueva, redimida, hasta los confines de la tierra».

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas