Solemnidad. Domingo de Pentecostes

 

PENTECOSTÉS

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

Hch 19,1. “Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: « ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe? » Ellos contestaron: « Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo. » El replicó: « ¿Pues qué bautismo habéis recibido? » - « El bautismo de Juan », respondieron. Pablo añadió: « Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.». Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres”.

 

1.- He empezado la homilía-mensaje que os dirijo cada semana, mis queridos jóvenes lectores, incluyendo este párrafo de los “Hechos de los Apóstoles” porque imagino que a algunos de vosotros os puede pasar lo mismo. Ciertamente que no os referiríais a Juan el “bautizador del Jordán”, que os será bastante desconocido por su actuar, pero podríais contestar tal vez así: sí, a mi me bautizaron e hice la Primera Comunión, pero del Espíritu Santo, no tengo ni idea.

 

2.- Algo peor constaté no hace mucho. Sin pretenderlo, me encontré de repente, entre cuatro quinceañeras, que discutían de un asunto bastante banal: la posible conservación, o corrupción, de unas salchichas que habían adquirido. Y a mí dirigieron la consulta. No me gusta llevar distintivos exteriores, que proclamen mi estatus clerical, trato siempre de que sea mi comportamiento, los criterios de vida, o indicar a poco de iniciar cualquier conversación, que soy sacerdote. Al saber que lo era, algunas de ellas se pusieron a reír y una, muy espabilada, me increpó de inmediato ¿pero porque lo eres, si Dios no existe? ¿Por qué no te sales? Aquí fue Troya. Pensando que vivimos en un país culturalmente católico y que al colegio que me habían dicho iban, es, o por lo menos era, de orientación cristiana, derivé mis explicaciones a un terreno que me parecía era propicio. El de Santa María. Salto y resumo. Con cara irónica, la simpática chiquilla me interrumpió: ¡Ah, sí! Aquella mujer que tuvo un hijo por fecundación artificial de una paloma… Sin duda, había sido bautizada, había hecho la Primera Comunión en la iglesia que teníamos al lado, pero ¡qué poco conocimiento tenía de la Fe cristiana! Seguramente que su primera comunión, también fue la última. Es lo que ocurre usualmente por aquí. Tuvieron que irse. No tenían tiempo, es lo que se dice y repite siempre. Por su móvil, o celular, como queráis llamarle, las reclamaban a algún sitio. Cuando rezo en este pueblo el Padrenuestro, al llegar al “venga a nosotros tu Reino” pienso en ellas y lo deseo especialmente para ellas. No las olvido.

 

3.- ¿Qué sabemos, qué sabéis, del Espíritu Santo? Sinceramente no le conocemos y no seré yo quien os lo presente. Al Espíritu Santo lo reconocemos. Existe, está “vivito y coleando” en nuestro ser, si hemos aceptado sincera, honrada y libremente, la Fe en Cristo. Desde hace siglos se sabía que la luna era más o menos redonda, su tamaño aproximado, su fuerza gravitatoria, muchas de esas cosas me enseñaron en la escuela, pero también aprendí que siempre que la observaba, estaba viendo el mismo espacio. La cara oculta de la luna, existía sin duda, pero no la veíamos. Llegó un día que uno de esos vehículos espaciales la envolvió, sacó fotografías en una de sus órbitas y al llegar a espacios que lo hacían posible, nos envió por radio las imágenes. Ya nos es un poco menos desconocida. Pero, aun habiéndola pisado algunos hombres, todavía nuestro satélite, es un enigma. Ahora bien, nadie duda que sea un astro. Aceptad el ejemplo como paralelismo de lo que ocurre con el conocimiento del Espíritu Santo

 

4.- Catequesis, homilías, reuniones, lecturas y hasta algunas películas, nos han dado noticia de Jesús, al que reconocemos como Hijo de Dios. Aceptamos y sentimos su presencia cuando comulgamos. Y se lo agradecemos y pedimos su ayuda. Pero es preciso también que le escuchemos y aprendamos de Él cada día más. Los textos evangélicos terminan con la muerte y resurrección de Cristo. Pero no acaba todo así. Hay que prestarle atención, conocer no solo su doctrina y milagros, también sus ilusiones y propósitos. Nos habla del Espíritu, que nos conviene habite en nosotros, que nos va a proteger, que nos ilustrará y, cual director de tesis, nos ayudará a entender y defender, lo que estamos convencido. Que nos va a renovar. Que nos dará fuerzas, si es necesario, para propagar y luchar por sostener la Fe, aunque en ello nos juguemos la vida.

 

5.- Os estoy escribiendo, mis queridos jóvenes lectores, hoy 30 de mayo, festividad de Santa Juana de Arco. He estado más de una vez en Domremy-la-Pucelle, en la casa donde nació. En Saint Denis, en la catedral donde se detuvo a oír misa antes de entrar en Paris y en Rouen, donde fue juzgada, condenada y quemada en una hoguera. ¿de dónde sacaba fuerzas esta joven que a los 17 años salió de su pueblo y en poco más de dos después, había logrado que acabara una guerra que los militares, varones por supuesto, llevaban 100 años tratando de ganarla?. Ella se refería siempre a “sus voces”. Sin duda las que ella decía eran de Santa Catalina y Santa Margarita, eran las trasmisoras de los dones del Espíritu Santo, que desde los trece años, movieron su vida y le dieron fuerzas. Sin blandir espada para herir o matar. Su pureza (le gustaba llamarse la doncella de Orleans y hasta de ello tuvo que defenderse y sufrir humillaciones para que lo comprobaran) su valentía, la proclamación de su Fe (empezaba las batallas proclamando que el Rey del Cielo así lo quería).La capacitaron para la sorprendente empresa de salvar históricamente a su querida Francia.

 

6.- El Espíritu Santo es la ilusión de Dios. Yo os he dicho muchas veces que la imaginación de Dios es fabulosa. El Papa Francisco, no hace mucho, decía que Dios es sorprendente. Pasan los años y uno se hace viejo. Viejo biológicamente. Cada año es un poco más de juventud la que se añade a nuestra vida. Cada año penetra más y vigoriza, embellece, y alegra, nuestra interioridad. Tal es su incorporación que San Pablo dice: “¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario” (I Co 3,16).

 

7.- Podría haberos resumido la teología del Espíritu Santo que estudié. La podéis encontrar en los manuales. Ahora bien, si deseáis relacionaros con una persona, si ya tenéis algún trato con ella, bien sabéis que es más importante conocer sus aficiones, sus bondades, su simpatía, la amistad que con vosotros pueda tener. Mucho más importante es esto, que el número de su DNI, el dibujo de su huella dactilar o sus diplomas y carnets.

 

8.- Pentecostés se inició cuando a instancias del ángel, protegida por el Espíritu Santo, dócil a Él, María dijo sí. Continuó cada vez que Jesús resucitado. Soplaba sobre sus apóstoles, diciendo: recibid el Espíritu Santo. Culmino Pentecostés, el día que hoy celebramos. Aquel momento en que unas 120 personas, hombres y mujeres, bajo el aspecto de llamas, se posaron sobre sus cabezas, imágenes que eran del Paráclito (uno de los nombres que le damos).