TIEMPO
ORDINARIO – FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD A
(11-junio- 2017)
Jorge Humberto Peláez S.J
La
Iglesia da testimonio de Dios trino y uno
ü Lecturas:
o Éxodo
34, 4b-6. 8-9
o II
Carta de san Pablo a los Corintios 13, 11-13
o Juan
3, 16-18
ü Hoy
celebra la liturgia la fiesta de la Santísima Trinidad. En ella celebramos que
Dios, en su misterio más hondo, es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta confesión
de fe es el punto de llegada de la auto-manifestación de Dios a la humanidad.
En su II Carta a los Corintios, san Pablo escribe una síntesis formidable del
misterio trinitario: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes”. Este texto ha sido
incorporado a la liturgia como el saludo que el sacerdote dirige a la comunidad
que participa en la eucaristía.
ü Este
largo camino de la revelación del misterio trinitario tiene un punto de partida
muy preciso, que es la Alianza que Yahvé establece con Abrahán, un pastor nómada.
Antes de Abrahán, los seres humanos expresaban su búsqueda de la trascendencia mediante
ofrendas y sacrificios a las fuerzas de la naturaleza (el sol, la luna, el
rayo, etc.) para obtener su benevolencia. Eran muchos dioses que frecuentemente
peleaban entre ellos por el poder y la hegemonía, y que implicaban a los seres
humanos en sus conflictos. El Dios de la Alianza, que se auto-manifiesta a
Abrahán y a sus descendientes, es personal, trascendente, único, misericordioso,
y exige exclusividad: “Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. En el pasaje del libro
del Éxodo que acabamos de escuchar, Yahvé le dice a Moisés: “Yo soy el Señor,
el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel”. Hay un
abismo entre el Dios de la Alianza y las divinidades de los pueblos que rodeaban
a Israel, como Baal demás divinidades del panteón cananeo.
ü Esta
auto-manifestación de Dios a Israel, que se lleva cabo en la trama de los acontecimientos
históricos, es gradual; poco a poco va manifestando quién es y cuál es su plan
de salvación. Esto se dio a lo largo de los siglos e innumerables peripecias,
porque era un pueblo terco, ambicioso, que miraba con nostalgia las viejas divinidades
y los sacrificios de los sacerdotes de estas religiones.
ü En
esta historia se anuncia la presencia de un Mesías o Ungido, descendiente del
rey David, y que traería la liberación de Israel. El anuncio del Mesías
generaría todo tipo de expectativas asociadas con el poder y la gloria. Pero el
plan de Dios era muy diferente de las expectativas humanas. La liberación de
Israel y de la humanidad no se realizaría mediante ejércitos victoriosos,
aclamados por el pueblo; la liberación tendría como escenario la cruz de los
condenados a muerte.
ü Esta
modalidad de la auto-manifestación de Dios, que era absolutamente inimaginable
para los seres humanos, es expresada elocuentemente por san Juan en su
Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que
todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Ese Mesías,
esperado ardientemente por el pueblo de Israel, es el Hijo eterno del Padre que
se despoja de los atributos de su divinidad, para asumir nuestra condición
humana. Es Jesucristo, revelador del Padre, a quien confesamos como nuestro
Señor y Salvador.
ü A
través de sus parábolas, Jesús nos va descubriendo el misterio de Dios Padre. En
sus expresiones, que escandalizaron a sus contemporáneos, nos habla de la
relación especialísima entre Él y el Padre; quien lo conoce a Él, conoce también
al Padre.
ü A
medida que se aproxima el drama de la pasión, Jesús va multiplicando sus
referencias al Espíritu Santo Consolador que acompañará al nuevo pueblo de
Dios, que es la Iglesia, en su peregrinar a través de la historia. Los discípulos
escuchaban con perplejidad estas referencias de Jesús sobre el Padre y el
Espíritu Santo. Todo esto tendrá sentido después de la resurrección, cuando hayan
recibido los dones del Espíritu Santo.
ü La
inteligencia humana trata de expresar, a través de diversas metáforas, el misterio
de Dios trino y uno. Se trata de torpes intentos por expresar lo inexpresable.
Mientras más avancemos en el conocimiento de la Persona y de las enseñanzas de
Jesús, que es camino, verdad y vida, más auténticamente podremos alabar y adorar
el misterio de Dios trino y uno, que está presente en lo más profundo de
nuestro ser.
ü Nuestra
participación en la Pascua de Cristo empieza cuando somos bautizados “en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, siguiendo el mandato de Jesús poco
antes de su Ascensión a los cielos. Cada día iniciamos nuestras actividades
haciendo la señal de la cruz “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”.
ü La
acción evangelizadora de la Iglesia, al mismo tiempo que favorece la expresión
de la diversidad de carismas y vocaciones suscitadas por el Espíritu Santo en
el pueblo de Dios, debe dar testimonio de unidad en medio de la diversidad. Por
eso es tan escandalosa la división de las Iglesias. Los bautizados debemos
superar las heridas del pasado para trabajar por la reconciliación, que se da
en varios niveles: con nosotros mismos,
con nuestros hermanos, con la naturaleza y con Dios. Que esta fiesta de la
Santísima Trinidad nos motive a trabajar por la unidad de la Iglesia y de la
humanidad, reconociendo la infinita diversidad de contextos y situaciones.