Un
tsunami transformador
Entre
los fenómenos naturales hoy día, nos encontramos con el tsunami como algo
complejo, devastador, arrollador. Tiene mucho de impredecible, de inimaginable. Sus
consecuencias son catastróficas. Nada queda en pie al paso de su ola
destructora. Y el paisaje queda desolado, abatido, en ruinas. Las mentes se
confunden, los corazones quedan destrozados. El dolor es más grande que el
abismo de miseria en perspectiva.
Pero
así como hay tsunamis destructores, los hay transformadores. Cambian la mente,
las actitudes, el corazón. Todo lo mueven para bien. Su intencionalidad
subliminal es un cambio de raíz. Un cambio de mentalidad. Pero un cambio como
actitud permanente, como posibilidad abierta a una transformación en ascenso,
en proceso. Es la acción del Espíritu en nuestras vidas. Espíritu: Tsunami
existencial, vivencial, renovador, santificador.
El
Espíritu es el protagonista de la MISIÓN. Es doctrina de la Iglesia y es
convicción acrisolada en la vida de quienes hemos sido matriculados en la
Escuela de Jesús. Él es el Maestro, el Fundador, quien la sostiene y guía,
quien la afianza en medio de la tormenta. Su presencia y dinamismo acompaña
todos los movimientos de la historia, aquellos que desde la base, hacen
tambalear los sistemas, los más caducos, los más injustos, los más crueles.
En
Pentecostés se da este tsunami arrollador de la historia. Hombres temerosos,
asustadizos, cobardes, tercos, son arrebatados con la fuerza arrolladora del
Espíritu que los lanza más allá de toda frontera, rompiendo todos los
horizontes posibles de humanidad. Como personas y como pequeño grupo humano
irrumpen con convicción profunda, en todos los contextos posibles en su
momento, con la Noticia de Jesucristo el Viviente. Y esa ola llega hasta
nuestro tiempo, hasta cada ser humano como pregunta y exigente respuesta.
Cochabamba 04.06.17
jesús
e.osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com