«TRINIDAD:
COMUNIÓN Y DIVERSIDAD»
Carta de monseñor
Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para la solemnidad de la Santísima Trinidad
[11 de junio de
2017]
En
este domingo celebramos a la Santísima Trinidad. Si hay algo esencial de
nuestra fe como cristianos es creer que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creemos en la Trinidad por la revelación que Jesucristo, el Señor, realizó y
que leemos en los textos de la Palabra de Dios. El texto bíblico de este
domingo (Jn 3, 16-18) nos ayuda a ahondar en el
misterio Trinitario revelado por Jesucristo, el Señor: «Dios amó tanto al
mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera,
sino que tenga Vida eterna». Es importante que comprendamos la significación
que tiene para nuestra vida esta verdad que confesamos los cristianos. Dicha
confesión trinitaria tiene consecuencias en nuestra espiritualidad, en la
evangelización y hasta en la manera de vivir y concebir el mundo. El decir que
la comunión de la Trinidad es fundamento de nuestra convivencia social parece
una expresión sin sentido y sin embargo, está en la base de nuestro estilo de
vida que debe propiciar la cultura del encuentro.
Este
no es un tema menor y requiere de nuestra reflexión y evaluación en distintos
niveles. En el país, en nuestra provincia, en la ciudad, en la comunidad y a
nivel personal, debemos revisar cuál es el aporte que realizamos como
cristianos a la sociedad y la cultura.
El
mismo contexto cultural nos presenta un tiempo demasiado individualista y
fragmentado, donde priman los intereses particulares y sectoriales sobre el
bien común, y la responsabilidad del ejercicio del compromiso ciudadano.
«El
existir con otros y el vivir juntos, no es el fruto de una desgracia a la que
haya que resignarse, ni un hecho accidental que se deba soportar, ni siquiera
se trata de una mera estrategia para poder sobrevivir. Toda la vida en sociedad
tiene para las personas un fundamento más hondo: Dios mismo. La Santísima
Trinidad es fuente, modelo y fin de toda forma de comunión humana. A partir de
la comunión trinitaria hemos de recrear los vínculos de toda comunidad: a nivel
familiar, vecinal, provincial, nacional e internacional. En el diálogo y en el
intercambio libre de dones, animados por el amor, se construye el “nosotros” de
la comunión solidaria» (NMA 65)
Resulta
asombroso ver cómo por un lado crece positivamente la valoración de los
derechos humanos, base de una justa y solidaria convivencia social y por otro
se parcializa la comprensión de los mismos derechos y se cae en la omisión de
tantísimas situaciones que atentan contra la dignidad y la misma vida humana.
Desde
distintas propuestas de formación, en perspectiva del discipulado cristiano en
la pastoral en general buscamos comprender y comprometernos con una valoración
de la dignidad del hombre y la vida. En nuestra Diócesis vamos realizando una
pastoral que nos permita tener una valoración de la vida en todos sus aspectos:
la vida por nacer desde su concepción; los derechos del niño, su nutrición y
educación, señalando la gravedad del flagelo del alcoholismo y la droga que va
sumergiendo en la oscuridad el futuro de tantísimos jóvenes; la necesidad de
una vida digna para las familias, los adultos y ancianos. Esto será un aporte
fundamental para una comprensión más integral de los derechos humanos. También
podemos señalar que el trabajo evangelizador en favor de la vida, tiene
necesarias consecuencias sociales que recrean nuevos y mejores vínculos de
comunión social. Nuestra próxima Asamblea diocesana del martes 20 de junio será
un momento de encuentro que nos permitirá revisar y continuar nuestro camino
pastoral.
Es
cierto que a muchos esto puede parecerles idealista, y ni hablar de considerar
la convivencia desde la dimensión trinitaria, aun cuando casi todos los actores
sociales se denominen cristianos. En realidad es importante advertir que lo
utópico es creer que podremos mejorar y progresar fundamentados solamente en
aspectos pragmáticos y eficientistas que omitan
algunos valores y la cuestión ética.
Les
envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo.
Mons.
Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas.